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¿Trabajar es peligroso? Accidentes, enfermedades y medicina en tiempos faraónicos | Columnas de Egipto | Huellas de la Historia

David Basano

Este breve artículo se propone dar a conocer un aspecto de la sociedad faraónica que nos posiciona en el nivel de la vida cotidiana de varios sujetos del antiguo Egipto en época de los faraones haciendo foco en los posibles vínculos existentes entre accidentes, enfermedades y medicina a la par de las actividades productivas y esenciales que ejecutaron diferentes actores sociales para el funcionamiento de la vida urbana y agrícola del estado egipcio. Resulta importante advertir que nuestro contemporáneo concepto de “trabajo”, muy asociado al concepto de “empleo”, no debe ser traspolado automáticamente al entramado de relaciones socioproductivas del antiguo Egipto, puesto que las labores desempeñadas por los egipcios se encontraban vinculadas, en sus esquemas cognitivos y simbólicos, con el propio mantenimiento de  MAat (no es objetivo de este artículo ampliar en las discusiones existentes en torno al concepto de trabajo en el mundo antiguo y los modos de producción), entablando así un vínculo indisociable entre actividades terrenales y el funcionamiento del cosmos y la intervención de las divinidades.

 



La sociedad egipcia contó con bastos profesionales vinculados a actividades tan diversas como la escultura, la pintura, la arquitectura, la pesca, la ganadería, la agricultura, la medicina, la orfebrería, la escritura y la navegación entre otras tantas, signos evidentes de la diversificación y la especialización de tareas en una sociedad con jerarquías y claras diferencias sociales. Cada una de esas actividades desempeñadas por los antiguos egipcios estuvo enmarcada en un espacio y tiempo particular atravesados por las propias diferencias de clase, puesto que las actividades desempeñadas, por ejemplo, por un campesino y un escriba no compartirían las mismas valoraciones sociales, ni las formas de ejecutarse la tarea ni los espacios ni los tiempos que demandaba cada una de ellas. Lo que puede emerger como un aspecto transversal es que dichas actividades desempeñadas podían afectar la salud de quienes las ejecutaban, en mayor o menor grado, y hasta pudiendo comprometer la integridad física. Este último aspecto no es menor para una sociedad que implementó complejos ritos funerarios en los cuales la preservación del cuerpo era pilar fundamental para lograr el acceso a la vida ultraterrena: existe evidencia material de la presencia de prótesis ortopédicas en hallazgos mortuorios. La hija de un sacerdote tebano, ubicada en la Tumba Tebana 95 (TT95), quien vivió hacia principios del primer milenio a.C., contó en su entierro con una prótesis de madera para el primer dígito del pie. Se discute también si dichas prótesis fueron pensadas para el uso cotidiano, lo que se evidenciaría en el desgaste de la pieza, o si cumplieron estrictamente una función mortuoria y religiosa, lo que puede decirse es que, sin despreciar el fructífero debate, los egipcios buscaban asegurarse todo lo necesario para un correcto acceso a la vida en el más allá y el cuerpo y su integridad física fueron una constante central.


¿Qué restos materiales de la civilización egipcia nos permiten vislumbrar los riesgos de sus labores? Veamos el caso de la tumba de Ipwy, un escultor que desempeñó su labor durante el reinado del famoso Ramsés II (1279 a.C. – 1213 a.C.), faraón de la dinastía XIX (1295 a.C. – 1186 a.C.), en la actual Deir el-Medina, donde existió un poblado de trabajadores especializados al servicio del estado egipcio. En su tumba (TT217) se halla una pintura mural central para esclarecer el objetivo que se propone este artículo puesto que observamos la representación pictórica de varios trabajadores desempeñando sus actividades pertinentes y en la cual se hacen presentes determinadas situaciones que pudieron ser comunes a la hora de ejecutarlas.

 

Veamos entonces dicha pintura mural:

 

 

En esta imagen, una copia de la pintura mural original realizada por Norman de Garis Davies y expuesta en el Metropolitan Museum of Art de New York, vemos la construcción de un sepulcro y los obreros vinculados a la ejecución de dicha tarea. Estamos en presencia, entonces, de obreros vinculados a la arquitectura funeraria, y que quedó plasmada en la propia tumba de Ipwy.

 

La labor de los escultores y constructores estuvo íntimamente relacionada con actividades de un esfuerzo físico significativo que requirió de un consumo de energía sustantivo y el empleo de herramientas de peso considerable, a la postre del material con el cual se trabajaba: la piedra. Tallar, pulir o moldear la piedra fueron actividades efectivamente desgastantes para el físico y que no estuvieron exentas de posibles accidentes. Volviendo a la pintura mural de TT217 podemos presenciar un accidente provocado por la caída de la cabeza de la maza utilizada por un obrero sobre el pie de su compañero inmediato, el cual extiende sus brazos hacia arriba en referencia al dolor y la lamentación por el accidente ocurrido:


 

 

En el registro superior derecho de dicho recorte de la pintura mural podemos presenciar la actividad, in situ, de un posible médico llevando adelante el tratamiento necesario para un hombro dislocado, autores como Nunn señalan que esta maniobra es muy similar al moderno método de Kocher para tratar dicha afección. Los trabajos pesados, si pensamos en la construcción de las obras monumentales como las pirámides o los templos, contribuyeron al desgaste de las vértebras atestiguadas en diversos restos óseos obtenidos en sitios como Guiza o Tebas, así como también a signos de fracturas en brazos y piernas y aplastamiento de las vértebras. Cabe mencionar que los obreros egipcios contaban con el auxilio de los experimentados swnw, puesto que se han encontrado signos de fracturas tratadas y curadas de manera eficiente para los afectados. Esta misma pintura mural lo demuestra con la atención que reciben estos obreros, así también lo plasma el registro inferior izquierdo, en el cual un swnw estaría tratando los ojos afectados por algún resto material producto del trabajo con la piedra y la maza y el cincel:

 

 

 

En torno a la ganadería podría agregarse que comparte, junto al trabajo de los obreros de la piedra, el considerable consumo de energía y esfuerzo por parte del campesino menos valorado, pero que poseía una mayor exposición al contagio de diversas enfermedades transmitidas por los animales (denominadas enfermedades zoonóticas) con los cuales trabajaba y convivía en el día a día y una mayor predisposición a sufrir enfermedades reumatológicas: sus tareas arduas y extensas afectaban la membrana sinovial y los cartílagos, afectando entonces los movimientos articulares y favoreciendo  la unión entre los huesos que componen la articulación, resultando en el anquilosamiento de los mismos. Las alteraciones osteoartríticas están presentes, incluso, en restos humanos provenientes de la nobleza debido a la avanzada edad alcanzada, lo que no debe opacar que las clases bajas padecieron estas afecciones por sus actividades, sumada a una clara dieta deficitaria frente a la cocina de los nobles.

 

Las labores campesinas llevaron a los mismos a estar en contacto con la espacialidad agraria, esto es: los canales de agua y el Nilo mismo, los sembradíos, los establos y, claramente, los propios animales. Actividades como la pesca, la construcción de obras hidráulicas o la caza de aves en las marismas mantuvieron en contacto a los egipcios con el agua, fuente de vida, pero también reservorio de una de las enfermedades parasitarias más importantes de esta región: la esquistosomiasis, (los parásitos que entran al organismo humano al penetrar la piel utilizan de huésped a diferentes caracoles desde los cuales expulsan cientos de “cercarias” al agua para iniciar un nuevo ciclo infeccioso) la cual puede ser urinaria, hepática o intestinal. Dicha enfermedad parasitaria proliferó en las aguas del antiguo Egipto y, en la actualidad, se estima que afecta al 20% de la población de la República Árabe de Egipto. ¿Síntomas? Dependiendo del tipo de esquistosomiasis los mismos pueden ir desde hematurias, lesiones en las vías urinarias, elefantiasis de pene o escroto, diarrea, lesiones hepáticas y cirrosis. En cuanto a la esquistosomiasis, la misma pudo afectar a los estratos de la nobleza por su fuerte prevalencia en el agua, en los años 70’s la momia del faraón Ramsés V, soberano de la dinastía XX, fue examinada mediante una necropsia la cual arrojó, como resultados, la presencia de varios huevos calcificados del parásito responsable de dicha enfermedad, además de presentar elefantiasis del escroto y hernia umbilical (síntomas que se desarrollan en una etapa evolutiva de la esquistosomiasis avanzada). Cabe mencionar que sus restos mortales también han dado lugar al estudio de la viruela en el mundo faraónico por las lesiones cutáneas que presenta junto a bubones en la parte inguinal, de hecho, es la enfermedad que se dictamina como causante de su muerte (en discusión con la idea de una muerte fruto de una conjura en su contra).

 

Las riberas del Nilo hospedaban otro peligro para aquellos que desempeñaban sus actividades cotidianamente en ellas, es el caso del paludismo (malaria), otra enfermedad parasitaria transmitida por parásitos microscópicos (protozoos) del género Plasmodium, cuyo vector de contagio era y es el mosquito Anopheles. Por ello la actividad agrícola y los espacios que la misma demandó pudieron exponer a los campesinos al hábitat del mosquito; la Universidad de Manchester en conjunto con el Museo Antropológico y Etnográfico de Turín y con la Fundación Bioantropológica de Northport, en New York, realizaron una investigación sobre la prevalencia del paludismo en el antiguo Egipto analizando restos momificados datados entre el Periodo Predinástico (4590 a.C. – 2920 a.C.) y el Período Tardío (712 a.C. -332 a.C.) dando como resultado que el 40% de las muestras habían demostrado poseer el antígeno de Plasmodium. En la actualidad, el paludismo es endémico en la región de El-Fayum.

 

¿Qué otros males pudieron acechar a los egipcios en las riberas del Nilo, los suelos de los campos de cultivo o por la propia ganadería? Solo por mencionarlas y dar cuenta de los “peligros” a los que se exponían cotidianamente podríamos señalar: la dracontiasis (causada por el gusano de Guinea), las parasitosis provocadas por Ascaris lumbricoides, por Strongyloides o por diversos tipos de Taenia, la triquinosis (causada por el gusano Trichinella spiralis). Incluso un compañero como el perro, presente en la caza, el hogar y las actividades del agro, fue vector de contagio de la hidatidosis: el contagio se efectuaba por el contacto con pequeños gusanos – Echinococcus granulosus- de entre 1,5 y 6mm, presentes en las heces de los canes infectados. ¿Efectos? Proliferación de quistes hepáticos, pulmonares, afección, incluso, al cerebro. No por evidente dejaremos de mencionar que otros peligros, muy comunes para los pescadores y los cazadores a orillas del Nilo, eran los ataques de animales como los cocodrilos y los hipopótamos, las picaduras de escorpiones y serpientes o alimañas ponzoñosas, para los cuales los swnw contaban con diferentes tratamientos tópicos, encantamientos, vendajes e, incluso, el uso de carnes para el tratamiento de las laceraciones profundas en el tejido humano.

 

¿Qué información sobre estos aspectos podemos obtener si analizamos el caso de los escribas? El acceso a la escritura no era algo que pudieran disfrutar campesinos del común, si bien puede parecer una actividad lejana a cualquier factor de riesgo para la salud como los que se mencionaron anteriormente, recientes proyectos de investigación han hecho foco en el análisis de los restos óseos provenientes de este sector de la sociedad egipcia y pudieron determinar un índice importante de deformaciones en la estructura ósea de estos funcionarios importantes del antiguo Egipto. Debido a la postura en la cual desempeñaban sus actividades de lectura y escritura y el tiempo prolongado en el que permanecían en la misma, han llegado a encontrar afecciones a diferentes partes del esqueleto de estos sujetos.

 

 La imagen anterior, presente en la investigación llevada adelante por Petra Brukner Havelková, Veronika Dulíková, Šárka Bejdová, Jana Vacková, Petr Velemínský y Miroslav Bárta y presentada en Scientific Reports (2024), ilustra las estructuras óseas que sufrieron malformaciones producto de las labores del escriba y las formas en que eran llevadas a cabo, en este caso, mediante la postura y el movimiento de la mano para escribir entre otras causas. El estudio se llevó a cabo analizando restos provenientes de la necrópolis de Abusir (2700 a.C. – 2180 a.C.), en base a 69 hombres adultos de comprobada posición privilegiada y estatus social. Para no perdernos en especificaciones y vocabulario técnico del área de la medicina basta con señalar que la columna cervical, la clavícula y la cabeza del húmero, la pelvis, la articulación temporomandibular, el primer hueso metacarpiano derecho, el astrágalo derecho (hueso del pie) y el cóndilo femoral medial derecho sufrieron afecciones debido a los factores anteriormente mencionados.

 

Los casos anteriormente expuestos no agotan la gran variedad de accidentes, enfermedades e infecciones con las cuales los antiguos egipcios se debieron enfrentar, pero sí ilustran un pequeño cuadro de las diferentes afecciones que se desarrollaban como resultado de diversas actividades desempeñadas en entornos naturales que funcionaron como reservorio de variopintos parásitos, así como también se buscó indagar en las afecciones más comunes sufridas por el pueblo llano y aquellas que pudieron aquejar a la nobleza, teniendo en cuenta que factores como el río Nilo, los mosquitos o los gusanos atravesaron la cotidianeidad de estos diversos actores sociales. Se expuso también la principal preocupación por la integridad física y el bienestar mediadas por las creencias religiosas y aseguradas en el accionar de los instruidos swnw del antiguo Egipto que combatían con diferentes estrategias las afecciones de sus pacientes.

 

¿Trabajar era peligroso? Una pregunta que puede reflexionarse incluso en el presente… para el pasado de los antiguos egipcios la respuesta es que sí, cada trabajo tuvo su mayor o menor grado de exposición a factores de riesgo, de la propia actividad en sí misma o del entorno natural en el cual se llevaba a cabo. Para cada peligro, la medicina egipcia buscó un alivio.

 

 Davisd Basano



Bibliografía:

-Brukner Havelková, P. et al. (2024) Ancient Egyptian scribes and specific skeletal occupational risk markers (abusir, Old Kingdom), Nature News. Disponible en: https://www.nature.com/articles/s41598-024-63549-z (Consultado: 5 de febrero de 2025).

-Colazilli, S. (2012). Reproducing human limbs. Prosthesis, amulets and votive objects in Ancient Egypt. Res Antiquitatis, 3, 147-174.

-Collier, M. (2016). The sting of the scorpion. En C. Price, R. Forshaw, A. Chamberlain, P. T. Nicholson, & R. Morkot (Eds.), Mummies, Magic and Medicine in Ancient Egypt: Multidisciplinary Essays for Rosalie David (pp. 102-114). Manchester: Manchester University Press.

-Cuenca Estrella, M., & Barba, R. (2010). La medicina en el antiguo Egipto (2ª ed.). Alderabán.

-Davies, N. de G. (1925) Norman de Garis Davies: Building a catafalque, Tomb of ipuy: New kingdom, ramesside, The Metropolitan Museum of Art. Disponible en: https://www.metmuseum.org/art/collection/search/548572 (Consultado: 5 de febrero de 2025).

-DMAX España. (2024). Momias al descubierto [Video]. YouTube. https://www.youtube.com/watch?v=UXcTzmE0rrw. Consultado el 5 de febrero de 2025.

-Nunn, J. F. (2002). La medicina del antiguo Egipto (trad. Marco Antonio Pulido). Fondo de Cultura Económica.

 

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