¿Fraude o Golpe? Luchas por la narrativa en Venezuela | Huellas de la Historia
El pasado domingo 28 de julio se celebraron elecciones presidenciales en la República Bolivariana de Venezuela. El panorama político presentaba un total de 10 partidos diferentes en donde la polarización se concretaba entre Maduro y González Urrutia. El escrutinio definitivo consagró al oficialismo nuevamente como cabeza del ejecutivo desatando una ola de protestas a nivel nacional. Al reclamo de fraude le siguió como respuesta del oficialismo la idea del golpe fascista. En este artículo nos planteamos cómo se entiende la política venezolana y cuál es el verdadero campo de resolución de la conflictividad social.
Nicolás Maduro es presidente de Venezuela desde marzo de 2013 después del fallecimiento de Hugo Chávez Frías. Se enfrentaba a su segundo proceso electoral para ir por su segunda reelección. Habiendo ganado en 2013 y en 2018, era hora de someterse nuevamente a las urnas. Por su parte, la oposición reunida en la Mesa de Unidad Democrática, bajo el nombre partidario de Plataforma Unitaria Democrática ha intentado hacerse con el poder por todos los medios. Primero con Juan Guaidó como presidente autoproclamado y ahora con González Urrutia como exponente para el sufragio.
Analizando la trama de poder en Venezuela, vemos como esta Mesa de Unidad Democrática funciona como una válvula de escape para las tensiones al interior del país. Una oposición permitida para mantener la ficción democrática mientras el oficialismo detenta el poder real. Vimos repetidas veces como lo ejerce manteniendo firme el control sobre el ejército y en la calle ante multitudinarias las movilizaciones opositoras que han sido duramente reprimidas.
Casi como por un mandato internacional, Maduro ha tenido que someter su gobierno a las elecciones. Esto conlleva el abrir nuevamente el juego y el debate con otras ideologías que permanecen y son permitidas por el oficialismo. Constantemente, el gobierno de Nicolás Maduro, repite que su legitimidad proviene de las urnas y la constitución. En este sentido, en la narrativa oficialista, ante cada manifestación callejera estamos en presencia de un intento de Golpe de Estado al cual es necesario reprimir con todas las fuerzas.
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Por su parte, la oposición sigue denunciando fraudes en cada proceso electoral. De esta forma es que construye su propia narrativa política. La acción callejera aparece como una respuesta violenta ante la deliberada forma de desnudar a la democracia liberal por parte del gobierno. Creo que no es sorpresa para ningún país latinoamericano que los procesos electorales están cargados de polémicas e irregularidades, principalmente en aquellos lugares en donde el ojo mediático no llega y en donde aparecen impugnaciones imprevistas, casos de clientelismo, cierre de urnas o demás “rarezas”.
Como era de esperar, la herramienta democrática no solucionó la disputa de poder en Venezuela. La ficción a la que nos sometemos para validar nuestros gobiernos puede ser aceptada en mayor o menor medida, dependiendo de los contextos socio-políticos en los que nos movamos. En Venezuela, vemos como esos ropajes impolutos caen desgarrados y que la hegemonía pasa a discutirse en otro ámbito: la calle.
Así, este lunes asistimos a las primeras manifestaciones multitudinarias por parte de opositores que colmaron las plazas del país derribando imágenes de Hugo Chávez. Con la bandera del fraude como forma de impugnación al gobierno, el apoyo de la Mesa de Unidad Democrática no se hizo esperar. Por su parte, el gobierno se ampara en el contexto latinoamericano e internacional de avance de las ultraderechas y denuncia el intento de golpe de estado del fascismo. Un fascismo que el propio gobierno permite y regula a piacere.
Siendo martes, la cifra de muertos asciende a 11 y de heridos a 84. La disputa esta abierta. Las narrativas se enfrentan ¿Fraude o Golpe? Sabremos en los próximos días cual de las dos se impone y termina reordenando el panorama político de Venezuela.
Pablo Javier Coronel
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