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Pablo Javier Coronel

Elecciones 2023: Ni cheque en blanco, ni ilusiones

Nuestros miles de lectores diarios saben nuestra postura. Somos un espacio de izquierda que busca pensar la historia desde ese lado. Nuestros posteos son claros y sin rodeos. Nos enfrentamos nuevamente a un escenario electoral amañado, en donde la población ira a votar por ofertas que no lo representan completamente. Por eso en este artículo, intentaremos poner en blanco sobre negro que estamos por votar.


Si tuviéramos que hacer un balance de los últimos 4 años, sin dudas la economía y la crisis social son las dos grandes problemáticas que cruzan al país. Pero si miramos todavía más atrás, comprobamos que son los mismos problemas que hace 8 y –por qué no- 12 años. La situación es cada vez más decadente y eso se expresa en el volumen político de los candidatos que ofrece el régimen burgués. Candidatos que no saben expresarse, que no presentan plataformas políticas ni económicas, que solo resaltan supuestas virtudes personales del estilo “Conmigo esto se termina”, “Conmigo la casta tiembla”, “Mi gobierno va a ser distinto porque este no es mi gobierno”. Un voluntarismo brutal basado absolutamente en nada que oculta lo que todos vemos. Casi no es necesario que escriba este artículo. El país está en manos de las corporaciones monopólicas sin un contrapeso político. Eso no es responsabilidad de los políticos del régimen, sino de los que se oponen al sistema de explotación tal y como está planteado.


Recapitulando, desde el crédito de 44 mil millones de dólares con el Fondo Monetario Internacional solicitado por Mauricio Macri en 2018 las políticas de ajuste fueron continuas. La forma de ese ajuste no solo se realizó por medio de quita de subsidios, ajuste en las jubilaciones y pensiones, reducción de presupuestos, sino que también (y primordialmente) una importante devaluación de la moneda que paso de $60 en promedio en 2019 a $350 en 2023 tomando las cifras oficiales. En el mercado blue sin embargo la moneda extranjera cotiza entre los $900 y los $1300. Esto es grave por dos cosas: el dólar blue es tomado por los formadores de precio para calcular sus costos en insumos para quienes necesitan importar o beneficios para aquellos sectores que exportan y pretenden ganar lo mismo afuera que dentro del país (por ejemplo el sector alimenticio). La estrategia es beneficiosa para el gobierno y los sectores económicos porque nunca hubo un paro contra la devaluación. Es un instrumento silencioso que escandaliza cuando se produce la corrida pero que no logra movilizar a la gente. Es más fácil movilizarse al congreso contra la sanción de una ley que contra la devaluación.


En este juego, macrismo y peronismo son cómplices. Cada uno con sus máscaras puestas, sus debates, sus discusiones, sus posturas. Todos gritan pero nadie hace nada a favor de la población, sino más bien que mantienen es status quo. En esa maraña aparece uno que grita que son “todos chorros”, expresando lo evidente. Propone terminar con la devaluación mediante la dolarización. Habla de cortar los “curros”. Todo parece encuadrarse en lo que el votante promedio quiere. La victoria no parece más fácil: la candidata del pro es parte del problema, el candidato del peronismo es actualmente responsable. Sin embargo, va a las elecciones generales y queda segundo después de ser primero en las PASO.


Massa terminá ganando y dejando a Milei en segundo puesto por la radicalidad del discurso liberal. Llevado a un límite disparatado como la venta de órganos, de niños y de más, pero también incluso con su programa económico ¿Es realmente posible la dolarización y el fin de la devaluación? El candidato responde que es parte de una segunda etapa, y a la par festeja una corrida brutal que se produce entre elecciones. La gente toma conciencia que la dolarización es factible con una devaluación astronómica que destruya toda expectativa. Para colmo el estado no saldría a refugiar a los caídos. Es literalmente votar un suicidio a menos que seas parte de los ganadores con beneficios en dólares.

 

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El ballotage

Se produce nuevamente el hecho histórico del país: el ballotage. Nuevamente se debe desempatar entre dos vertientes políticas. Históricamente agrupadas a grandes rasgos entre peronismo (estatismo personalista) vs antiperonismo (liberalismo republicano). Sin embargo, los artilugios discursivos de un lado y otro han creado una nueva dicotomía para este caso específico: Milei-ismo (liberalismo neofascista) vs antimilei-ismo (liberalismo sensato).


El eje político gira en torno a una figura que por sus formas y sus fondos da la impresión de una persona fuera de sus cabales, incapaz de manejar la más mínima situación de presión. Por el otro lado, se encuentra un candidato abiertamente liberal, con muchas de las posturas más cercanas al ala de la UCR que a las del peronismo histórico y que cuenta con un poder territorial muy amplio (gobernadores e intendentes). Massa tiene además relaciones con la embajada estadounidense y con la burguesía nacional (Rocca, Eurkenian, Weiss, Brito, Pino, Funes de Rioja, etc.). Por otro lado, concentra el apoyo de los líderes de la CGT y CTA, lo cual es fundamental para control sobre la protesta social. El peronismo tiene todo listo para asumir y gobernar.


Por el otro lado, tenemos a Milei. Consiente de su posición, comenzó a cerrar acuerdos principalmente con Macri con Bullrich como peón en el tablero. El abrazo del Pato y el León termina hundiendo todavía más a Milei porque derrumba el discurso anti-casta. Por otro lado, su propuesta de dolarización comienza a ser retirada de la mesa a pedido del macrismo con cierta lógica pero demostrando la flaqueza de sus convicciones. Milei termina quebrando la confianza de su propia base en pos de sumar apoyos de un sector que por lógica transitiva lo iba a votar igual. El porcentaje de macristas heridos por ser llamados “viejos meados” por Milei era ínfimo. Todavía más peligroso para él es que aquel que voto Milei por el “que se vayan todos” termine derivando al voto en blanco a que un Brandoni se vaya al blanco o mucho menos a Massa.


La izquierda electoral

Una nota breve sobre este sector político. El FIT ha hecho lo que tenía que hacer. Sus dirigentes se mantienen neutrales: no piden que se vote a Massa, no piden que se vote en blanco, solo pide que no se vote a Milei. Coherente con la campaña. La libertad de acción se verifica de cara a los votantes: Massa o blanco. Aquel más consecuente votará en blanco, aquel más pragmático votará a Massa.



Como ya lo expresamos en artículos anteriores, para la izquierda es siempre conveniente un gobierno peronista para confrontar y ser la oposición. Si gobierna Milei, como pasó durante el gobierno de Macri, la izquierda deberá enfrentar un papel secundario a la hora de “correr por izquierda” al gobierno ya que veremos a personajes como Máximo Kirchner, Kiccilof o al Cuervo Larroque rasgarse las vestiduras contra la represión (cuando a la hora de ser gobierno justifican u ordenan). En ese sentido, la izquierda tiene sobrevida con el peronismo en el gobierno.


El día después

El lunes 20 de noviembre, día de la soberanía nacional, los argentinos se levantarán con un gobierno que desprecie ese concepto. Será el pragmatismo massista o el cipayismo de la alianza Milei/Macri el que rija los destinos del país. Pero más importante que ese dato anecdótico, es que las salidas a la crisis propuestas terminarán siendo las mismas.

Un Milei condicionado por la realidad socio-política no podrá ejercer la pureza de su programa, deberá pactar con Macri cada uno de sus pasos. Tendrá al peronismo enfrente y a todo el aparato sindical (ni siquiera Barrionuevo sigue en el barco). Lo que podrá ejecutar será un Massismo de malos modales.


Además, su pretendida obsesión de “terminar con el kirchnerismo” simplemente terminara resucitando a este sector. No sería extraño ver a una Cristina reloaded con Máximo, Juan y Axel manejando las diferentes internas del sector.


Por su parte, Massa ejecutará lo que por convicción le apetece. El ajuste, el clima de buenos negocios, los guiños a EEUU, Europa, China y Rusia, el pago al FMI y el mantenimiento del Estado burocrático para la contención de la protesta social (sindicatos y movimientos sociales de la economía popular). La supervivencia del kirchnerismo como vertiente peronista será a su voluntad, si puede sacar algo a cambio. Sino veremos la extinción o reconversión del movimiento. Lo cierto es que no podremos ver a Cristina adjudicarse ningún tipo de logro del gobierno, pero tampoco asumir sus fracasos. Su rol pasara a ser secundario y reducido más al culto que a la RealPolitik.


¿Y nosotros? Ni un cheque en blanco, ni ilusiones: Lo que sigue es el ajuste en beneficio del conglomerado empresarial nacional e internacional que llegará a las puertas abiertas por el FMI y el swap chino.


Pablo Javier Coronel




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