El siglo XX venezolano | Latinoamérica sin Vueltas | Huellas de la Historia
El mes de febrero nos convoca a hablar de Venezuela: el 27 de febrero de 1989 comenzaba el Caracazo, el 4 de febrero de 1992 Hugo Chávez Frías intentaba un golpe contra el gobierno de Carlos Andrés Pérez, que fracasó, y finalmente el 2 de febrero de 1999 asumía por primera vez la presidencia del país. Como es sabido, el chavismo marcó un antes y un después en su historia, a tal punto que con frecuencia olvidamos ese antes. En este artículo, se presentará brevemente la historia de Venezuela previa a la construcción de la República Bolivariana. ¿Qué ocurrió en la pequeña Venecia que conocieron los conquistadores españoles durante el siglo XX? ¿Qué fue de las tierras que vieron nacer a Simón Bolívar tras la independencia?

Al igual que todos los estados nacidos tras las independencias americanas, no fue sencillo para Venezuela organizar su forma de gobierno. Tras la separación de la Gran Colombia en 1830, primero los conservadores y luego los liberales se hicieron con el poder y sancionaron diversas constituciones; de hecho, Venezuela ha tenido veinticinco textos constitucionales diferentes a lo largo de su historia. En octubre de 1899, un levantamiento conservador de pequeños propietarios y campesinos de Táchira organizado por Cipriano Castro y Juan Vicente Gómez dio un golpe de estado, derrocó al gobierno liberal e instauró una dictadura que gobernaría por 36 años.
Durante esta etapa, comenzaron a explotarse los yacimientos petrolíferos venezolanos, inaugurando una nueva etapa en la historia del país. A comienzos de la década de 1920, el "oro negro" ya reemplazó al café como principal exportación. Si bien el enorme ingreso de divisas implicó un aumento de la inversión pública y la emergencia de los trabajadores sindicalizados y la clase media como sujetos políticos, la explotación petrolera generó un sinnúmero de nuevas tensiones. En primer lugar, estos yacimientos petrolíferos fueron entregados prácticamente sin contrapartida a empresas norteamericanas; los sobornos habituales y el enriquecimiento del dictador Juan Vicente Gómez eran muestra de la enorme corrupción que reinaba. Por otro lado, la burguesía nacional fue desarrollándose de forma dependiente del capital concentrado extranjero. Pero por sobre todas las cosas, la situación social apremiaba: los trabajadores petroleros sufrían en carne propia una terrible explotación y estaban sumidos en pésimas condiciones de vida. Las protestas comenzaron a aflorar sobre todo tras la muerte del dictador en 1935; sus sucesores, también militares, combinaron la represión con el otorgamiento de ciertas concesiones para intentar contener la situación.
Finalmente, el 18 de octubre de 1945, una sublevación de los socialdemócratas de Acción Democrática (AD) derrocó a la dictadura y convocó a una Asamblea Constituyente. Este período coincide con el comienzo de la participación del estado venezolano en las ganancias petroleras a partir de dos leyes: una de 1943 (hacia el final de la dictadura) y la ley del Fifty-fifty o 50/50, del breve gobierno constitucional presidido por Rómulo Betancourt. Estas medidas, aunque limitadas en términos de la participación venezolana en la explotación de sus propios recursos, lograron apaciguar en cierta medida la conflictividad social. Sin embargo, para 1948, el gobierno democrático estaba seriamente amenazado; los sindicatos intentaron convocar a huelgas y a llamar al pueblo a defender al gobierno con las armas, pero fueron desalentados por el mismo Betancourt y otros dirigentes moderados. Se produjo así un golpe de estado en noviembre de ese año, siempre con la sospecha de que los militares fueron empujados al levantamiento por los empresarios norteamericanos. Una junta de oficiales, presidida primero por Carlos Delgado Chalbaud y luego por el Coronel Marcos Pérez Jiménez, tomó el poder. La dictadura fue brutal: la eliminación de las libertades civiles fue acompañada por la violenta represión a las protestas, el encarcelamiento de dirigentes, las torturas en las cárceles, por la existencia de campos de concentración en la selva y el cierre de la Universidad Central, al mismo tiempo en que la situación social se agravaba producto del aumento del costo de vida y de la desigualdad, sumado a la corrupción reinante.
Este período coincide en gran medida con el auge petrolero, que tuvo lugar entre 1950 y 1957: en esta etapa, las inversiones norteamericanas en Venezuela representaban un tercio de las inversiones totales que tenían en todo América Latina. Pero este ciclo de crecimiento económico finalizó con una recesión en 1957: Estados Unidos restringió sus importaciones de petróleo y la fuga de capitales se aceleraba.
En enero de 1958, producto de las tensiones acumuladas durante casi una década de dictadura, estalló una insurrección que, a pesar de la brutal represión en la que los asesinados por el régimen se cuentan de a cientos, la dictadura llegó a su final. A fines de ese año, Rómulo Betancourt de Acción Democrática llegó nuevamente al poder aunque esta vez el apoyo popular iba a durarle poco. La etapa que se inauguraba se conoce como "bipartidismo pactado": los dos partidos más importantes, AD y COPEI, fueron turnándose en la presidencia, colaborando y negociando entre ellos, repartiendo cargos y lugares de poder. Esta democracia tenía gusto a poco: ganara quien ganara las elecciones, en los hechos eran gobiernos de coalición. Curiosamente, la Revolución Cubana recientemente triunfante se convirtió en un espejo para Venezuela: algunos rechazaban a Castro y otros lo defendían en rechazo al propio Betancourt. Y es que el presidente de AD, quien había sido marxista, había no sólo virado a la derecha, sino que apoyó a Estados Unidos en el aislamiento a Cuba. Además, una nueva recesión (esta vez más profunda) azotó a Venezuela entre 1960 y 1961. Las manifestaciones y las luchas callejeras se profundizaron, casi al borde de la guerra civil. El gobierno reprimió ferozmente, con un saldo de cientos de asesinados y con la ayuda del gobierno norteamericano. Además, se proscribieron a los principales partidos de izquierda. Acción Democrática comenzaba, así, a minar su base de apoyo social.
Cuando en 1976, durante el gobierno de Carlos Andrés Pérez, se nacionalizó el petróleo (con indemnización a las empresas norteamericanas), la desigualdad social era alarmante. Las enormes ganancias que producía el petróleo no "derramaban" a las millones de familias que vivían en humildes ranchitos en las laderas de las montañas, en las afueras de Caracas. El 25% de los hogares no tenía electricidad y el 50% estaban privados de agua corriente y cloacas. Las tasas de mortalidad infantil eran muy elevadas y dos tercios de la población estaban subalimentados. El analfabetismo funcional superaba el 40%. Sobre esta base, Pérez accedió a su segundo mandato en 1988 pero esta vez desarrollaría un programa neoliberal. Apenas electo, anunció una "terapia de shock" (bien conocida por quienes vivimos en Argentina) con el objetivo de "modernizar" a Venezuela. Este programa económico incluía una serie de privatizaciones, la reducción del gasto público y la eliminación de subsidios a productos de primera necesidad. Tras el anuncio de un nuevo aumento de combustibles y en medio de la escasez de alimentos básicos, el 27 de febrero de 1989 se produce el Caracazo, una serie de levantamientos populares en las principales ciudades del país que fue brutalmente reprimida por el ejército, con un saldo de muertos difícil de determinar: mientras las cifras oficiales hablan de 286, otras fuentes contabilizan más de 2000. Aunque la insurrección popular fue acallada a sangre y fuego y el programa neoliberal continuó llevándose adelante, el apoyo popular al gobierno no dejaba de menguar. A pesar del crecimiento del PBI, para 1991 la población había perdido el 37% de su poder adquisitivo y la pobreza superaba el 50%. La corrupción estaba generalizada y la inseguridad creció tanto que Caracas se convirtió en una de las ciudades más peligrosas de América Latina. Fue en ese contexto que en la noche del 3 y la madrugada del 4 de febrero, Hugo Chávez comandó un levantamiento que intentaba derrocar al gobierno. Y aunque fracasó y fue encarcelado, su popularidad continuó en aumento, especialmente tras la imposibilidad del siguiente presidente, Rafael Caldera, de salir del neoliberalismo y las recetas del FMI.
En la historia de Venezuela durante el siglo XX podemos observar algunos elementos clave que se repitieron en muchos otros países de América Latina: la instauración de dictaduras militares que contaron con diversos grados de apoyo norteamericano, la lucha popular contra esas dictaduras, la preocupación por la soberanía sobre los recursos naturales del país, la conflictividad social en aumento, las reformas neoliberales en la década de 1980 y las resistencias que despertaron. Si bien pareciera que aquella otra precursora de las independencias sudamericanas es tan diferente a nosotros, los caminos de nuestra historia nos acercan más de lo que usualmente se cree.
Lucía Desages[1]
Bibliografía:
· Cockcroft, James, América Latina y Estados Unidos. Historia y política país por país, Siglo XXI, México D.F., 2001
· El explorador. Venezuela, Cuarta serie N°3, Le monde diplomatique, Buenos Aires, 2016
[1] Lic. en Historia por la Universidad de Buenos Aires
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