#MariáteguiDeMiércoles: El Problema del Indio [Parte 4]
Mariátegui inicia a desglosar su estudio sobre el “Problema del Indio” afirmando que la critica socialista es la única que puede esclarecer esta cuestión por ser la única que se ocupa de estudiar las causas materiales antes que las étnicas, judiciales, religiosas, culturales o morales. Afirma tajantemente que “la cuestión indígena arranca de nuestra economía”, y sigue, “tiene sus raíces en el régimen de propiedad de la tierra”[1]. Para solucionar esto propone como única salida liquidar el régimen feudal que aun existe en los “gamonales”.
La persecución, humillación y degradación de las condiciones de vida de los pueblos originarios del Perú forma parte de la dominación de la feudalidad de los gamonales. La pérdida del autoestima del originario de sus propias capacidades está relacionada directamente a la opresión de las subjetividades que implicó la conquista primero y luego la feudalización del campo.
Mariátegui realiza la comparación necesaria con los asiáticos llegados al país para contribuir al desarrollo de la costa. Desde su punto de vista, éstos son inmediatamente adaptados y asimilados a la vida occidentalizada, en cambio los originarios se mantienen en un grado de aislamiento y precariedad altísimo. Siguiendo esta perspectiva, las razones de ello se deben necesariamente a la voluntad de los grandes señores de la tierra de mantener a sus trabajadores en relaciones de sujeción del antiguo régimen.[2]
Aquí es cuando José Carlos comienza a desarrollar una nueva forma en la literatura marxista en Latinoamérica. Después de exponer las causas de sostener que el problema del indio es el problema de la tierra, empieza a proponer el paso a la acción. El libro deja de ser un pesado y amorfo amontonamiento de hojas para convertirse en un plan de acción. En lo que resta del capítulo propone las formas por las cuales el originario se puede integrar al mundo occidentalizado e ir generando la conciencia propia que lo reconozca como proletario y lo impulse al socialismo.
Reconoce algunos intentos del gobierno en la convocatoria de los congresos indígenas pero no ve en ellos la suficiente potencia para poder cambiar la realidad por verse encerrados en prácticas burocráticas.
Mariátegui concluye en este capítulo que “la solución del problema del indio tiene que ser una solución social. Sus realizadores deben ser los propios indios. Este concepto conduce a ver en la reunión de los congresos indígenas un hecho histórico. Los congresos indígenas, desvirtuados en los últimos años por el burocratismo, no representan todavía un programa; pero sus primeras reuniones señalaron una ruta comunicando a los indios de las diversas regiones. A los indios les falta vinculación nacional. Sus protestas han sido siempre regionales. Esto ha contribuido, en gran parte a su abatimiento. Un pueblo de cuatro millones de hombres, conscientes de su número, no desespera nunca de su porvenir. Ni los mismos cuatro millones de hombres mientras no son sino una masa inorgánica, una muchedumbre dispersa, son incapaces de decidir su rumbo histórico”[3].
Pablo Javier Coronel
Bibliografía y citas:
[1] Mariátegui p47
[2] Véase Mariátegui p.52
[3] Mariátegui p.62