De Florencia, con amor: El mundo visto desde los ojos de Nicolás Maquiavelo
Una de las cuestiones trascendentales que aún continúa involucrando a la historia es aquel relacionado al conflicto social. Según el investigador Gabriele Pedullà, el pensamiento de buena parte de los humanistas de la Temprana Modernidad esquivó este asunto debido a que una de las principales virtudes añoradas por estos eruditos y los gobernantes radicaba en la concordia, llegando a su solución por vías estrictamente pacíficas (Pedullà, 2018). Sólo un hombre tuvo la capacidad de poder percibir una visión de conjunto del contexto de aquella época, inmiscuyéndose en las intrigas políticas y en las duras batallas que atravesó su patria. Estamos hablando de Nicolás Maquiavelo.
Maquiavelo nace en 1469 en la ciudad de Florencia, en la actual Italia. A diferencia de la serenísima y pujante república de Venecia, la ciudad natal de nuestro personaje no dejaba de deslumbrar debido a sus constantes conjuras entre las familias más relevantes de la ciudad-Estado y los avariciosos intentos de gobernantes extranjeros de hacerse dueños de la península. Hijo de Bernardo Maquiavelo y Bartolomea Nelli, es el menor de tres hermanos, teniendo dos hermanas mujeres que lo aventajan en edad. Su familia pertenecía a nobleza florentina de más baja estirpe, pero esto no impedía perder su antiguo prestigio.
Hasta el día de hoy su temprana juventud sigue siendo un enigma para los investigadores, pero lo cierto es que Maquiavelo inicia sus estudios en lenguas clásicas a partir de 1476 en el aprendizaje del latín. Por ese entonces, la poderosa familia de los Médici era ama y señora de Florencia. Hasta que en 1492 fallece Lorenzo el Magnífico. La herencia recae en su hijo Piero, que tiene severos problemas con otra de las familias insignes de la ciudad: los Borgia.
Luego de la toma de poder de Girolamo Savonarola y su cruenta posterior ejecución en 1498, Maquiavelo alcanza importantísimos cargos como Segundo Canciller y de los Diez de Libertad y Paz. Esto requiere la inversión de todas sus energías en las tareas puramente diplomáticas debido a la inminente guerra en Pisa. Se reúne con Jácopo d’ Appiano y Caterina Sforza (señor de Piombino el primero, regente de Ímola y Forli la segunda) con el objetivo de reclutar tropas auxiliares.
Nuestro personaje no sólo se reunía con los más poderosos personajes locales, sino también tuvo contacto con los más importantes príncipes, reyes y papas del momento. Se reunió en el 1500 con el rey francés Luis XII, en 1506 con Julio II –el papa guerrero-, y en 1508 con el emperador del Sacro Imperio, Maximiliano I. Maquiavelo percibió así uno de los inminentes peligros que recorrerían posteriormente en la mayoría de sus obras: si las ciudades pertenecientes a la península italiana no logran ponerle fin a sus problemas internos, los devorarían los poderosos de afuera.
A partir de la década de 1510, Maquiavelo se valió de sus comprobables conocimientos y de su notable experiencia diplomática para volcarla a la producción escrita. En 1512 regresan los Médici a suelo florentino y deciden apresarlo por unos pocos días. Luego de la salida de prisión, iniciará una relectura de la Historia de Roma de Tito Livio con el objetivo de insertarla en su época, ayudándolo a entender por qué es importante mantener el honor y la gloria de los tiempos clásicos. Esas conclusiones fueron volcadas en sus Discorsi, dejando ver cuáles son las características de una república en su esplendor. En ese mismo momento, nuestro autor abandonó ese proyecto por un tiempo para dedicarlo a otra obra que permitiría entender los dilemas políticos y sociales de su propia época: El Príncipe.
En este tratado, Maquiavelo hará énfasis en un actor particular con luz propia en ese contexto: el príncipe nuevo. El mismo se valdrá de valores como sus propias virtudes personales (ser un hábil guerrero mientras que al mismo tiempo pueda manejar la razón prudentemente) y la fortuna de poder sortear las diferentes circunstancias que aparecerán de manera inminente. Debe ser temido antes que amado, porque según nuestro autor el hombre posee una naturaleza voluble. Pueden amarte unos días pero luego pueden guardarte el odio más furibundo repentinamente. Este argumento fue un gran objeto de malinterpretación del pensamiento maquiaveliano que en estas últimas décadas fue echado por tierra.
También escribió otras obras, como La Mandrágora, publicada en 1518. Y también la no menos importante Historias Florentinas, con el visto bueno del papa Clemente VII en 1525.
Maquiavelo fallece en 1527, en pleno exilio y en la pobreza más extrema. Más allá de su cruel destino, fue consciente de, parafraseando a Jacques Lafaye, haber sido un exclusivo privilegiado de aquellas sangrientas fiestas del Renacimiento en el que jamás faltaron los vencedores y los vencidos. Buscó distanciarse de las visiones ancladas en la concordia política. Vio rodar esa rueda, pero a fin de cuentas, decidió romperla con una lucidez digna de admiración hasta nuestros tiempos actuales.
Maricel Gomez
BIBLIOGRAFÍA
-De Gandillac, M. La filosofía en el Renacimiento, México, Siglo XXI, 2007.
-Floristán, A. (coord.) Historia Moderna Universal, Barcelona, Ariel, 2015.
-Lafaye, J. Sangrientas fiestas del Renacimiento. La era de Carlos V, Francisco I y Solimán (1500-1557), México, FCE, 1999.
-Maquiavelo, N. Epistolario 1512-1527, México, FCE, 2013.
-………………. El príncipe. Discursos sobre la Primera Década de Tito Livio, Madrid, Gredos 2014.
- Pedullà, G. Machiavelli in Tumult. The Discourses on Livy and the Origins of Political Conflictualism, New York, Cambridge University Press, 2019.
-Romano, R. y Tenenti, A. Los fundamentos del Mundo Moderno. Edad Media Tardía, Reforma, Renacimiento, Madrid, Siglo XXI, 1971.