San Martín humanista
Al referirse a la figura del prócer José de San Martín la mayor parte de la historiografía ha ensalzado su gesta libertaria, que le dio la libertad al país, a Chile y a Perú, partiendo de sus dotes como militar de carrera y gran estratega. Desde esa visión triunfalista, que lo ha casi endiosado, menos se ha recalado en su faceta humanista, sea porque no fue un hombre tan proclive a la pluma, si bien es posible rastrear documentos entre su correspondencia que dan cuenta de aspectos no militares y una perspectiva acerca de temas de contenido más social.
Como la historia se elabora en base a documentos de época, es necesario insistir en la humanidad de San Martín respecto al tratamiento de la esclavatura, en particular en el caso del Perú, a partir de las fuentes disponibles, como se verá a continuación. No así desde la documentación disponible durante su estancia en Mendoza, pero se llegó a rumorear que la esclavitud sería abolida, de modo que a los propietarios no les quedaría otra opción que entregar sus esclavizados al Ejército del Libertador. Por demás, una abolición compulsiva hubiera volcado a los amos en Mendoza contra la causa patriota.
Algunas voces críticas, y no solo con esta figura de la historia sudamericana sino también con otros líderes de la época, empalman la labor emancipatoria de San Martín con la demagogia de conferir beneficios persiguiendo el aliciente de sumar adeptos a las filas de los ejércitos de la libertad. Pero las intenciones humanitarias del Padre de la Patria están a la vista, aunque es cierto que se benefició en lo personal y táctico a partir de conferir la libertad a afrodescendientes. Si bien San Martín no responde al perfil de un liberal (cuando el liberalismo por esas épocas estaba aún en definición), la intención de abolir la esclavitud puede tener cierto cariz liberal.
Como sea, la bondad sanmartiniana respecto a este aspecto es una discusión eterna que compone un importante capítulo de la vida poscolonial latinoamericana. La predilección sanmartiniana por “negros y libertos” en la fuerza de infantería es conocida, y la justificaba como la mejor forma de vencer a los realistas. En Mendoza, a su fiel colaborador Tomás Godoy Cruz le escribió, en mayo de 1816, “Todos los demás soldados blancos de infantería en el día deben llenar los regimientos de caballería. Usted dirá que ésta es una resolución propia de un sargentón, puramente despótica. Tiene usted razón, pero si no la toman, los maturrangos nos darán en la cabeza.”. Un mes más tarde, en la continuidad de su discusión epistolar con el citado mendocino, el General insiste en su idea: “Mire usted que yo he procurado conocer a nuestro soldado, y sólo los negros son los verdaderamente útiles para esta última arma. En fin, ustedes harán lo que les parezca mejor.”.
Un oficio producido por San Martín en el Cuartel General de Mendoza, fechado el 14 de octubre de 1816 en el contexto de los preparativos del Ejército de los Andes, relata la inclusión de esclavizados en el Regimiento N° 8, la falta de blancos y la reticencia a ascender a los afrodescendientes a cargos jerárquicos por una prohibición estricta. Una muestra de consideración hacia éstos parte de estas líneas: “Entre los esclavos hay muchos de más que regular educación para su esfera, que saben escribir, y poseen un genio capaz de las mejores instrucciones. Abriéndose la puerta a sus ascensos, se empeñarán eficazmente a adquirirlos, cumpliendo mejor los deberes de su clase (…) Si he de hablar francamente, no puedo concebir que la Nación se perjudique porque la esclavatura pueda ascender más allá del destino de soldado”. Es interesante notar que San Martín se desliga de los prejuicios y principales temores de la época, como un alzamiento esclavo. Y agrega: “Creo no hay un principio para tener un resultado semejante al de la isla de Santo Domingo”, en referencia a la rebelión de esclavizados que, en 1791, comenzó el ciclo de la Revolución Haitiana, que concluyó en 1804 con la primera independencia en una nación de América Latina.
Más en sintonía con la dimensión humana, en 1821, en pleno proceso libertario del Perú, San Martín actuó como humanista y también legislador. Entre varias medidas, creó la Biblioteca Pública de Lima, a la cual donó su copiosa colección de libros, sita en el campamento de Mendoza, la cual detalló una semana antes de sancionarse la independencia del país andino, el 21 de julio. También abolió el odiado tributo que, en época colonial, pagaban los súbditos indígenas así como las cargas laborales, conocidas como mita, encomienda, yanaconazgo y “toda otra clase de servidumbre personal” (esto último establecido por decreto del 28 de agosto de 1821).
En cuanto a la abolición de la esclavitud, San Martín dispuso el 12 de agosto la libertad de vientres. Decretó: “Todos los hijos de esclavos que hayan nacido y nacieren en el territorio del Perú desde el 28 de julio del presente año en que se declaró su independencia (…) serán libres y gozarán de los mismos derechos que el resto de los ciudadanos peruanos…”. Es interesante leer la justificación para haber tomado esta determinación: “Cuando la humanidad ha sido altamente ultrajada y por largo tiempo violados sus derechos, es un grande acto de justicia, sino resarcirlos enteramente, al menos dar los primeros pasos al cumplimiento del más santo de todos los deberes.”. Alegando un sentimiento de conmiseración, agregó el Protector “Yo no trato, sin embargo, de atacar de un golpe este antiguo abuso: es preciso que el tiempo mismo que lo ha sancionado lo destruya, pero yo sería responsable a mi conciencia pública y a mis sentimientos privados, si no preparase para lo sucesivo esta piadosa reforma, conciliando por ahora el interés de los propietarios con el voto de la razón y de la naturaleza.”.
Algunas medidas más en beneficio de quienes no tenían libertad. El 25 de octubre San Martín decretó: “Todo esclavo que denuncie al amo que ocultase o prendiese a alguno que hubiese sido su criado, obtendrá su libertad luego que se justifique el hecho…”. Avanzando en los pasos de abolición de la esclavitud, el 24 de noviembre, con otro decreto, amplió la libertad al extenderla a todo esclavo que llegara a territorio peruano y que, según redactó, “quedará libre del dominio de su amo, por el solo hecho de pisarlo.”. El prócer justificó esta medida en pos de “vengar la especie humana de los ultrajes que ha sufrido en los siglos de error y oscuridad, que ya han pasado, y que han pasado para siempre…”.
Ese mismo día decretó acerca de las obligaciones de los amos con sus libertos a quienes se había aplicado la ley de vientres, en cuanto a protección, manutención y educación cívica y religiosa.
Desde luego, estas medidas que fue adoptando San Martín no alcanzan en lo más mínimo para reconocer y valorar el aporte afrodescendiente en la gesta libertaria de América, pero son decisivas para mostrar la impronta humanista y legisladora del padre de tres patrias sudamericanas.
Omer Freixa