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Erika Rodríguez

La Nueva Escuela Económica de Fogel

En el presente trabajo se va a intentar realizar una aproximación a lo que se conoce como Nueva Escuela Económica y al análisis de dos trabajos de uno de sus exponentes, Robert William Fogel. Para esto será necesario realizar en primer lugar, un recorrido de lo que es la corriente cuantitativa a fin de introducir sus características. Tarea fundamental para poder luego pasar al tratamiento de las fuentes consultadas sobre dos investigaciones que encabezó el científico a analizar: “Tiempo en la cruz” del año 1974 y “Enfoque cuantitativo del estudio de los ferrocarriles en el crecimiento económico americano: un enfoque de algunos resultados preliminares” del año 1964.

La Nueva Escuela Económica o Cliometria se inicio en la década del ´50 en Estados Unidos a partir de los trabajos de Arthur Conrad y John Meyer acerca de la vigencia de la esclavitud como una institución hasta la explosión de la Guerra Civil. Los autores ponían en tela de juicio la hipótesis tradicional acerca de que la esclavitud se encontraba en una fase agonizante antes de la Guerra de secesión. La revisión de los trabajos de los historiadores tradicionales iba a ser una constante dentro de esta escuela, funcionando como disparador para abrir nuevos canales de investigación. De esta forma, la Clíometria se escindió de las corrientes historiográficas tradicionales, basada principalmente en hechos políticos. Uno de los elementos de esta ruptura fue el objeto acerca del cual se investigaría, aspecto del cual habla Fogel en el articulo sobre la Historia “científica” y la historia tradicional mencionando como “los historiadores científicos tienden a centrarse en las colectividades de personas y en hechos recurrentes, en tanto que los historiadores tradicionales tienden a enfocar a individuos y sucesos particulares. Pero cuando los historiadores “científicos” estudian la quiebra del mercado de valores de 1929 […] proceden bajo el supuesto de que estos sucesos particulares fueron resultado de procesos que se hallaban regidos por relaciones funcionales que contienen términos sistemáticos así como estocásticos (Fogel: 1979; 70-71).


Siendo producto de su tiempo, los integrantes de este colectivo científico, constituyeron un ideal de ciencia que consideraban se encontraba a la altura de las circunstancias. En ese entonces, Estados Unidos se había convertido en el centro del mundo capitalista, por lo que ante una economía en constante expansión, el papel de la ciencia se encaminaba hacia una búsqueda de explicaciones cada vez mas racionales a partir de una mayor inclusión de métodos cuantitativos en los diferentes análisis. Es por esto que, como dice Iggers, “una historia puramente política basada en fuentes de archivo no era ya suficiente”. Las ciencias sobre las cuales se buscaba apoyar eran la sociología y la economía, capaces de brindar nuevas herramientas acordes a la demanda de estos investigadores. Los cálculos matemáticos, las probabilidades, la aplicación de teorías económicas en los análisis y la estadística fueron los instrumentos centrales en los cuales se apoyaron para poder trabajar sobre diversos temas. En sus trabajos lo que primaba era la búsqueda de tendencias, efectos sociales y regularidades presentes en diversos periodos de tiempo capaces de ser sistematizadas. Es por esto que la concepción de una historia narrativa y descriptiva, basada en hechos individuales ya no era compatible con el programa y objetivos de los cliometricos.


Otra característica importante de la Nueva Escuela Económica es que muchos de los investigadores eran economistas devenidos en historiadores, por consiguiente el tratamiento de fuentes, las hipótesis planteadas y las conclusiones a las que se arriban no necesariamente están enmarcadas en la labor de estos últimos. Tanto Tortella como Cardoso y Perez Brignoli, mencionan la utilización de hipótesis contrafácticas como una estrategia de estos investigadores para poder llevar adelante el método hipotético-deductivo, que ante la imposibilidad de realizar experimentos para confirmar las hipótesis[1], deben simular históricamente ciertos hechos o condiciones para corroborarlas. Esto es contrario a las corrientes tradicionales que en sus investigaciones se atenían únicamente a contar lo que había sucedido en el pasado, con las diferencias que implicaba el enfoque de cada corriente historiográfica.


Teniendo en cuenta que la cliometria basaba sus análisis en una gran cantidad de datos, es importante rescatar que los investigadores trabajaban en grandes grupos por lo que había un fuerte sentimiento de solidaridad y trabajo colectivo con el fin ultimo de lograr comprobar las hipótesis planteadas. Esto fue posible además por la inclusión de las computadoras que posibilitó una mayor sistematización de los datos. En el trabajo de Fogel y de Engerman sobre la esclavitud se hace mención del uso de computadoras que “puso la información guardad en oscuros archivos a disposición de una nueva generación de investigadores (Engerman- Fogel; 1981: 426).



Los dos trabajos a analizar son representativos del afán de polémica que caracteriza a la Nueva Escuela Económica. En estos, la problemática central es criticar las teorías tradicionales. Es por esto que las hipótesis planteadas son opuestas a las ideas aceptadas ampliamente sobre los temas tratados. En el caso del trabajo sobre los ferrocarriles, Fogel plantea que el desarrollo de estos no fue un elemento causal en el desarrollo y posterior despegue de la economía estadounidense. Por otro lado, en el caso del trabajo sobre la esclavitud, la hipótesis planteada por Fogel en conjunto con Engerman, es que la esclavitud a diferencia de lo presentado por los investigadores tradicionales, no fue un sistema en agonía ni irracional, sino que fue una institución que daba grandes beneficios a los empresarios del sur y por esta razón estaba en condiciones de seguir expandiéndose de no ser por el estallido de la Guerra de secesión.


El trabajo sobre los ferrocarriles comienza por una crítica al trabajo de Jenks que relaciona causalmente ciertos elementos que tuvieron lugar desde 1840 a partir de la inclusión del ferrocarril como un medio de transporte de grandes cantidades de mercancías. Este establecía que gracias al crecimiento de las redes ferroviarias, se produjo una reorganización y expansión de las zonas comerciales, un crecimiento de centros urbanos y una expansión de las actividades económicas industriales derivadas de una mayor demanda de insumos para la producción de nuevas unidades de ferrocarriles. Fogel ante esto expresa que: “no se puede saltar de los datos que demuestran la victoria de los ferrocarriles sobre las vías navegables en la competencia por el transporte de mercancías a la conclusión de que el desarrollo de la red ferroviaria fue un prerrequisito para el crecimiento rápido y continuo del mercado interior” (Fogel: 1984; 179-180). Para demostrar que las ideas de Jenks y de otros investigadores que seguían esta línea de trabajo como Savage y Rostow estaban equivocadas, se embarca en el análisis de una hipótesis de carácter contrafactico para demostrar que de haber existido costos menores para el transporte marítimo, no habría existido necesidad de la expansión de una red ferroviaria. Tortella Casares hace referencia a la intención de Fogel al tratar este tema, la defensa ultima de una teoría de desarrollo equilibrado, frente a un desarrollo desequilibrado: “para establecer su refutación Fogel necesitaba demostrar que, de no haberse construido el ferrocarril, las cosas no hubieran sido muy diferentes, es decir: se hubieran arbitrado medios de transporte alternativos y las industrias abastecedoras no se hubieran visto muy afectadas, bien porque el ferrocarril no era en realidad un cliente tan importante, bien porque había, o hubiera habido, mercados alternativos” (Tortella Casares: 1984; 11).


La principal herramienta en la cual se apoya Fogel para poder desarrollar su análisis es la teórica económica. Es a partir del uso de los conceptos que esta ofrece, que se dedica a calcular el costo beneficio que habría implicado el uso de los dos principales medios de transporte, el pluvial y el ferroviario. El resultado de esta diferencia repercutiría en la renta nacional o PBI, por la estimación del ahorro social, herramienta analítica a partir de la cual basa su observación. Es por esto que el texto esta plagado de conceptos y enunciados tales como el calculo de costos, variables de tiempo y cantidad en el transporte de mercancías, los déficits y superávits en cuanto a la producción, la oferta y la demanda que se observa en el mercado, entre otros. De ahí que resulte la lectura del texto demasiado técnica frente a otras investigaciones históricas donde prima la narración y la descripción. Esto no es una consecuencia inconsciente sino que es una decisión del propio investigador derivada de su concepción de lo representa la ciencia histórica.


Los cálculos que va a realizar para sacar el valor del ahorro social, se van a basar en cuatro mercancías: trigo, maíz, vaca y cerdo; puesto que representaban casi la mitad de la renta que se originaba en las actividades agropecuarias. Para cada mercancía va a proponer como herramienta metodológica la programación lineal, esto es el cálculo de costos de envío desde los mercados primarios a los secundarios de una determinada cantidad de cada mercancía e ir aplicando a cada función una restricción, siendo la diferencia de estos costos el ahorro social. Según su opinión, ante la falta de grandes cantidades de datos para el análisis cuantitativo según él, este método suple la insuficiencia aunque no elimina el problema. Es en estos cálculos que se observa el uso arbitrario de suposiciones y de datos que provienen de fuentes que no pertenecen al periodo de tiempo estudiado. Fogel intenta llegar a una conclusión para la segunda mitad del siglo XIX, utilizando los datos de un solo año: 1890. Según él, esto es posible ya que hubo un aumento de la eficiencia a lo largo de este periodo, por lo que el crecimiento de las variables estudiadas serian paralelas y además, porque fue ajustando las cifras a los movimientos inflacionarios. Sin embargo, el uso arbitrario de estos datos, también es signo de tergiversación del análisis para poder lograr confirmar sus propias ideas.


Como conclusión llega a la idea de que finalmente si se le sumaba a los costos del transporte fluvial los costos ocultos, el costo del transporte ferroviario finalmente era mas barato, pero el ahorro social que esto suponía era solo del 1.3 % de la renta nacional. Por esta razón, el porcentaje de ahorro social, es que el autor mantiene su defensa de que el ferrocarril no provocó un efecto global en la economía.


En este trabajo, la jerarquía de la información esta en la que puede ser cuantificada y la que no. Es por esto, que no se encuentra información de carácter cualitativo. Las tarifas, los costos, las estadísticas conforman la mayor parte del análisis, dejando de lado el aspecto político y social de lo que implica el uso de cada medio de transporte. Fogel a pesar de que se pregunta qué incentivo genera el máximo nivel ahorro de costos entre los dos tipos de transporte más importantes, no ahonda en otro tipo de causas por fuera de las explicaciones económicas, que explican la preferencia de un medio sobre otro. No es posible detectar actores sociales ya que dentro del análisis no se fija en el papel que pudieron llegar a tener el gobierno, los empresarios (tanto industriales como agropecuarios) y la propia población que se vería afectada o no por la inclusión de nuevos medios de transporte que unen grandes distancias que no son posibles de cubrir a partir de las rutas pluviales. Se puede poner como ejemplo al mercado que a pesar de nombrarlo y dividirlo en secundarios y primarios, no lo dota de una capacidad de acción y decisión que podría convertirlo en un actor fundamental en el desarrollo de la economía. El silencio de la información cualitativa nuevamente, no es inocente ni inconsciente.


El trabajo realizado en conjunto entre Fogel y Engerman fue publicado en 1974 en “dos volúmenes, el primero de los cuales es de lectura bastante asequible y ofrece lo mas sustantivo del trabajo de estos dos autores sobre el reiterado tema de la esclavitud en Estados Unidos, en tanto que las partes mas técnicas quedaron relegadas a un segundo volumen escasamente leído salvo por los profesionales” (Tortella Casares; 1984: 13). En este el objetivo principal era romper con la idea dominante de que la esclavitud era un sistema que se encontraba en agonía y no era rentable para los empresarios. Proponían como puntapié inicial para revisar todas las fuentes posibles, la búsqueda de lo que fue la economía real de la esclavitud y no realizar una investigación cargada de componentes ideológicos y políticos. No buscaban con esta investigación colocarse como los defensores del sistema esclavista, sino simplemente demostrar que este fue verdaderamente un sistema fuerte que podía mantenerse en pie aun a pesar de las variaciones y factores económicos.


Las fuentes principales que se citan en el trabajo, provenían de instituciones oficiales, los censos, los documentos oficiales de las plantaciones, de los propios empresarios, como los diarios personales y las órdenes e instrucciones a los capataces, así como también de relatos de los propios esclavos. Como se lee en el apéndice A, los autores buscaban traducir estas fuentes en datos cuantificados para así poder evitar interpretaciones ambiguas, y poder establecer mediante la matematización de las conductas sociales conclusiones precisas y en un lenguaje más cercano a las ciencias experimentales como la física.


Dentro del texto se observa que los autores buscan romper con el modelo dominante tanto de lo que constituye el esclavo como el dueño de esclavos. Este colocaba a los esclavos como perezosos, promiscuos, incapaces de desarrollar ningún tipo de actividad y embusteros. Por otro lado, la representación dominante que se creó acerca de los amos esclavistas era la de seres fríos, manipuladores, abusadores y capaces de ejercer una violencia feroz sobre sus subordinados. Tomando el capitulo acerca de la anatomía de la explotación, se observa como ellos a través del análisis de la alimentación, la composición de la familia, la forma de asentamiento y de la atención medica , crean una imagen totalmente diferente de lo que fue las relaciones de los esclavos entre esclavos y de los esclavos frente a sus dueños. Lejos de ser individuos irracionales y salvajes, los propietarios esclavistas son presentados como personas que calculaban los costos y beneficios a fin de mantener cuidadas sus pertenencias. Sabían, según la investigación, que mejores condiciones de vida conllevarían un mejor desenvolvimiento y rendimiento de los esclavos en las tareas impuestas. En el capitulo sobre beneficios y expectativas dicen: “por el contrario, hay pruebas considerables de que los propietarios de esclavos eran hombres de negocio duros y calculadores que valoraban a sus esclavos y a sus otros bienes con tanta perspicacia como podría esperarse de cualquier capitalista del norte” (Fogel- Engerman, 1974: 62).


A lo largo del desarrollo de la obra, lo que se observa nuevamente, es que la economía y su metodología son las herramientas centrales. En su afán de demostrar la viabilidad del sistema esclavista, dejan de lado formas de análisis más cercanas a otras ramas de las ciencias sociales, siendo visible por ejemplo en el tratamiento de las familias de esclavos. Para los autores, estas familias eran solo un factor económico a partir de las cuales se podía calcular el beneficio que otorga el tener esclavos al propietario. En ningún momento se observa que se piense a la familia desde una óptica cultural, política ni social. No se observa dentro del texto tampoco, un análisis detallado de hechos que tuvieron lugar durante el periodo estudiado. Sin embargo, lo que si se observa es el tratamiento arbitrario y la generalización de ideas a través de supuestos basados en una cantidad reducida de datos recogidos. Por ejemplo cuando tratan el tema sobre las enfermedades hablan de que sobre una muestra de 545 peones agrícolas generalizan la idea de que los esclavos mantenían un bajo índice de enfermedad, confirmando de esta manera el supuesto de que los esclavos no se enfermaban de manera regular.


Porque aplican métodos de la teoría económica es que piensan el desarrollo del sistema en términos de ciclos, por ejemplo para los casos del precio de los esclavos tanto rurales y urbanos, que fue realizando un movimiento ondulatorio en donde este iba subiendo y bajando según la oferta y la demanda. Según ellos, “la gran afluencia de esclavos a los Estados Unidos contradice claramente la tesis de que la esclavitud fue rescatada de su lecho de muerte por el auge del cultivo del algodón. Si la esclavitud se hubiera vuelto poco rentable durante las décadas de 1780 y 1790, se habría observado un cese en la importación de esclavos. Los Estados Unidos habrían pasado de ser un importador neto a ser un exportador neto de esclavos, al tratar los plantadores norteamericanos de restringir sus perdidas vendiendo sus esclavos a las zonas donde la esclavitud era aun rentable” (Fogel- Engerman, 1974: 76). Hacen mención a los factores históricos que pudieron ejercer una influencia en la oferta y la demanda, pero no ahondan en este tipo de explicaciones y vuelven rápidamente a la búsqueda de explicaciones basadas en los datos y en las estadísticas que armaron y presentaron en forma de gráficos. De esta manera los procesos históricos que tuvieron lugar dentro de este periodo no son tomados en cuenta dentro de la jerarquía de las explicaciones que muestran el desenvolvimiento de la esclavitud.


En el tema sobre la cantidad de mulatos existentes en los estados esclavistas para demostrar cual era el verdadero nivel de explotación de los hombres blancos sobre las mujeres negras, muestra como los dos científicos apelan a estudios de diversos genetistas para desestimar la idea tradicional de que nivel de utilización de las mujeres para satisfacer los deseos de los amos y capataces era alto. La investigación que se cita es acerca de un análisis de la población negra de los estados del sur en la actualidad para verificar el porcentaje de genes “caucásicos y negros” de cada habitante. Esto demuestra que los autores recurren a otras ciencias, en este caso una ciencia biológica, para luego incluir sus resultados a la investigación. Sin embargo es clara la preferencia hacia las ciencias capaces de cuantificar sus explicaciones.


En el examen de las dos obras, se repiten ciertos patrones que son característicos de la Nueva Escuela Económica y que hacen visibles los límites de su método. El problema más importante con el que se topa uno cuando lee los textos es que los análisis contra fácticos no logran cumplir con el objetivo que persiguen los investigadores, que es saber que es lo que pasó. No se puede investigar el que hubiese pasado ya que esto ya no forma parte del quehacer del historiador. El pasado y sus huellas no dan indicios de que caminos pudieron tomar los procesos históricos, sino que son muestras de lo que ocurrió. La tarea del historiador es tratar de reunir esas fuentes y analizarlas para lograr determinar que es lo que realmente sucedió. Sin embargo, el camino que siguen los cliometricos es el opuesto, buscan las posibilidades y probabilidades de los ciclos y desarrollos que hubieran tenido lugar en el pasado de no haber ocurrido ciertos procesos. En el caso de los ferrocarriles, el tema de sino se hubieran construidos las redes ferroviarias y, en el caso de la esclavitud el estallido de la Guerra Civil. Esto provoca la desviación en el tratamiento de las fuentes. Y esto es lo que hace Fogel, utiliza las fuentes para su conveniencia y de manera arbitraria, con el fin último de confirmar sus hipótesis. De manera que las pruebas que presenta no tienen implicancia empírica.


Además de eso, también se observa en las obras una desacreditación de cierto conjunto de datos que van en contra de la línea de análisis, por ejemplo en el caso del trabajo sobre el sistema esclavista, se toma como una exageración los datos correspondientes a los grupos abolicionistas y a grupos de antiguos esclavos, que dejan una imagen negativa de lo que fue el sistema, contraria a la defendida por el autor.


Otra cosa que se repite en estas dos obras es que al buscar el equilibrio, los ciclos y las continuidades, lo que se deja de lado en el estudio, son los procesos de cambio y de ruptura. Es imposible dejar de lado dentro del análisis los hechos históricos y sus consecuencias. Estos son los que hacen visibles los grandes cambios en el pasado[2]. A pesar de que Fogel propone un estudio complementario entre lo singular y lo capaz de ser sistematizado, esto no se observa en sus trabajos.


En definitiva, el modelo de historia que propone la escuela cliometrica al intentar correrse de lo que supone que son errores de las otras escuelas, termina cayendo en una posición que se puede cuestionar si es aplicable o no a la ciencia histórica. La necesidad de datos es en si un límite para esta escuela. Además, como resalta Iggers: “para él( hablando de Fogel), el historiador debía ser, como cualquier otro científico, un especialista con una formación técnica, el cual se comunica con otros especialistas en el lenguaje formal de la ciencia” (Iggers, 1995: 48).


El propósito central al cual se alude en el prologo de la obra “Tiempo en la cruz” finalmente no lo pueden cumplir.


Erika Rodríguez

Bibliografía utilizada:

Cardoso, C.F.S. y H. Pérez Brignoli, Los métodos de la historia, Barcelona, Crítica, 1984, caps. 1 y 2(selección).

G. Tortella, “Prólogo”, en P. Temin, La nueva historia económica, Madrid, Alianza, 1984.

R. Fogel, “Enfoque cuantitativo del estudio de los ferrocarriles en el crecimiento económico americano: Un informe de algunos resultados preliminares”, En P. Temin., La nueva historia económica,Madrid, Alianza, 1984.

Engernam, S.L; Fogel, R.W., Tiempo en la cruz. La economía esclavista en los Estados Unidos,Madrid: Siglo XXI, 1981 (selección).

G. Iggers “La ciencia histórica desde el historicismo clásico hasta la historia como ciencia social analítica”, en Id, La ciencia histórica en el siglo XX, Barcelona, Labor, 1995.

Citas:

[1] Tortella Casares hace mención de este método: “baste señalar que el método deductivo-hipotético es inevitable en las ciencias en que la experimentación es imposible o caso. La única manera de establecer una relación de causa y efecto es demostrar que cuando no se da la causa no se da el efecto. En las ciencias experimentales esto puede zanjarse sencillamente por medio de experimentos. En las no experimentales el experimento ha de ser imaginario: con ayuda de una teoría hemos de reconstruir hipotéticamente lo que hubiera ocurrido de no haberse dado la pretendida causa. […] El consciente esfuerzo de rigor metodológico realizado por los “nuevos historiadores” les llevo a hacer explícito este modo de razonar. (1984: 10-11)

[2] Cardoso y Perez Brignoli, hablan de esto en su trabajo. Lo mencionan para la historia serial, pero mas abajo lo aclaran que es aplicable a las otras escuelas cuantitativas. “las series pueden ocultar el punto limite a partir del cual se da una transformación de la estructura de la temporalidad, y de los ritmos del cambio; o sea, pueden ocultar las transformaciones estructurales esenciales, bajo el aspecto continuo de curvas ininterrumpidas. Y la mutación histórica decisiva puede no estar inscripta en las series endógenas a un sistema dado, sino resultar, ya sea de una innovación de la que ninguna contabilidad anterior dejo alguna señal, o de un factor exógeno que viene a transformar en profundidad el equilibrio plurisecular del sistema.” (1984: 41)

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