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Pablo Javier Coronel

Ascenso y caída del Fascismo Italiano

La salida de la Primera Guerra Mundial en 1918 trajo en la Italia de aquellos años el ascenso de los nuevos partidos de masas que venían cobrando protagonismo en toda Europa y en Rusia. Es por ello que en las elecciones de 1919, el Partido Socialista y el Partido Popular logran las mayorías parlamentarias desplazando a los antiguos partidos basados en las clientelas tradicionales.


La dura oposición a las añejas estructuras políticas y el crecimiento de los movimientos de masas, que tienen su máxima expresión en lo que se llamó Bienio Rojo entre 1919-1920 (un proceso de organización obrera desde las bases con la creación de consejos de fábrica y el avance revolucionario), decantan en el desarrollo de una estrategia reaccionaria impulsada por el propio Rey Víctor Manuel III. Una vez sofocados los levantamientos, se designa de manera constitucional a Benito Mussolini, líder del Partido Nacional Fascista y que tenía un discurso dedicado a devolver el orden a la sociedad italiana. La idea del Rey y de las antiguas camarillas era poner una figura débil que pudieran manejar fácilmente, el líder fascista parecía reunir estas condiciones por el escaso número de parlamentarios y la caracterización de bruto e ignorante que hacían de él.

El poder de Mussolini se apoyaba entonces en dos sectores muy diferentes entre sí. Por un lado, las elites tradicionales que le habían allanado el camino a la Primera Magistratura y que presentaban un sinfín de demandas dirigidas a satisfacer sus intereses de clase. Esta elite se conformaba principalmente por los terratenientes, la Iglesia, el Rey y sus camarillas políticas, los industriales y el ejército. Por otro lado, se encontraba la base electoral y la fuerza de choque del PNF agrupados en torno a los Squadristi. Estos habían sido grupos de seguidores extraídos de la clase media con una ideología basada en el antiliberalismo, la antiilustración y el anticomunismo, que se expresaban con mucha violencia hacia sus adversarios producto de su altísima radicalización. Ante este panorama, Mussolini se decide por satisfacer las demandas de las elites pero conservando un discurso radicalizado para los oídos de los Squadristi.


En 1925, a partir de un atentado a Mussolini se inicia el proyecto más ambicioso del líder italiano: la “fascistizacion el Estado”. Para 1926, se pone en marcha la Dictadura de Mussolini con fuertes medidas para concentrar el poder en su figura personal. En primer lugar, son suspendidos los partidos políticos en el parlamento y se inicia la persecución política de los adversarios al régimen. Se censura a la prensa libre con pautas dirigidas por la cúpula gubernamental. Se establece una nueva Ley Sindical que establece nuevos códigos para la conformación de la representación de los trabajadores basada en interventores estatales y una nueva forma de canalizar los reclamos donde las organizaciones sindicales están en clara desventaja con respecto a las empresas y el Estado. Se establece además el Culto al Duce que establecía una religión civil basada en el nacionalismo y en la glorificación del líder. Este nuevo Estado comienza a tomar características improvisadas e impulsivas donde la lógica económica, política, social y cultural es dictada por el Duce y sus allegados más cercanos. A pesar del acrecentamiento de su base de poder, Mussolini, no puede dejar de estar sujeto a las elites tradicionales y el PNF no puede ponerse por encima del Estado, sino que sus estructuras son finalmente las que condicionan el andar del gobierno.


Para 1934, el avance en la fascistizacion del Estado estimula al Duce a impulsar la formación de un Estado Corporativo. El PNF intenta ocupar todos los sectores del estado: sindicatos, deportes, cine, cultura, extensión burocrática. La coyuntura internacional a partir del crack del `29 y la caída del comercio internacional arrastra a Italia en la caída del nivel de vida en amplias capas de la sociedad. La reducción de los salarios de los obreros, el peso de la corrupción en la burocracia estatal, la represión de cualquier postura contraria al régimen va llevando a Italia a una desmoralización total de la sociedad.

Es entonces cuando Mussolini intenta elevar la moral y llama a revitalizar a la sociedad italiana mediante la Guerra. Por ello, en 1935 se inicia la invasión de Etiopia que decanta en una contienda larga, costosa y desgastante. En 1936, se brinda apoyo militar a Franco en la Guerra Civil Española. Para 1937, Mussolini ya sella su alianza con Hitler actuando como el perro fiel de Alemania. En 1940, Italia ingresa a la Segunda Guerra Mundial de la mano del régimen Nazi. El desarrollo de los acontecimientos termina con lo que se llamó el Fracaso de Italia.


En 1943, la península estaba ocupada por los ejércitos Aliados en el sur del país y una multitudinaria huelga en Turín (con más de 100.000 obreros) impulsan al Rey a destituir a Benito Mussolini y su arresto.


Pablo Javier Coronel

Bibliografía utilizada:


-Duggan, Christopher, “Fascismo”, en Historia de Italia, Cambridge University Press, 1996.

-Emilio Gentile, “El fascismo y la sacralización de la política”, en El culto del littorio. La sacralización de la política en la Italia fascista, Bs. As., S XXI, 2007.

-Emilio Gentile, “Partido, estado y Duce en la mitología y en la organización del fascismo” y “El rol del partido en el laboratorio totalitario fascista”, en La vía italiana al totalitarismo. Partido y estado en el régimen fascista, Bs. As., S XXI.

-Norberto Bobbio, Ensayos sobre el fascismo, Bs. As., Universidad Nacional de Quilmes-Prometeo, 2006.

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