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Pablo Mangini

La Revolución Sandinista

Durante más de 40 años el país estuvo bajo el mando y el control del clan Somoza. Anastasio Somoza García fue el primero de esta dinastía que gobernó el país, luego lo sucedieron sus hijos, Luis Somoza Debayle y Anastasio Somoza Debayle. Durante esta etapa, los Somoza no sólo controlaban el poder político del país, sino que una gran parte del sector económico estaba directamente en su poder. Según Torres, “Cuando fueron expropiados, en uno de los primeros actos del nuevo poder revolucionario, aproximadamente el 35% del PIB se producía en propiedades del Grupo Somoza. El país era suyo” (Torres Rivas 1997, 3). El tipo de gobierno de los Somoza todavía está en discusión, para algunos autores fue una dictadura personalista, otros aseguran que tuvo rasgos populistas, y otros hablan de un “sultanato[1]” o de un nepotismo cleptocrático.

El poder de los Somoza se sostuvo en algunos pilares que le sirvieron para mantenerse en el poder durante más de 40 décadas. Por un lado estaba la Guardia Nacional[2], cuya estructura estaba fuertemente ligada al clan gobernante, ya que todo aquel que quisiera ascender dentro de la guardia debía asegurarse la simpatía del Somoza de turno. Los integrantes de la guardia recibían beneficios por pertenecer al brazo armado somocista: vivían en barrios separados del resto de la sociedad, tenían escuelas y hospitales exclusivos donde sólo ellos y sus familias podían ingresar. Por otro lado, el apoyo de los Estados Unidos durante todos estos años fue uno de los sostenes principales del régimen. Como se verá luego, estas dos patas en las cuales se sostenía el poder somocista serán claves durante la contrarrevolución.


Por último se debe resaltar el papel clave que jugó la modernización del capital de Nicaragua durante las décadas del 50 y 60 principalmente, ya que si bien esta expansión económica sirvió para mejorar relativamente el nivel de vida de la población (y aumentar el patrimonio de la burguesía agraria por supuesto), también se produjeron drásticas transformaciones que pudieron crear las condiciones para la posterior ruptura revolucionaria. (Martí, Salvador 2012, 25)


Este fenómeno de modernización del país no es exclusivo de la historia de Nicaragua. En el caso mexicano también podemos observar una expansión y actualización del capital, aunque con resultados visiblemente diferentes. Esta diferencia puede encontrar su raíz en la relación entre los componentes de la triada Estado – Capital – Trabajo. Por ejemplo, en México hasta la década de los 80 estos tres componentes transitaban el mismo camino mediante alianzas, cooptaciones, y concesiones[3], en Nicaragua este triángulo se descomponía minuto a minuto. De todas maneras hay que aclarar que en ambos casos existía un Estado fuerte, centralizado, que tenía un aparato represor muy bien aceitado e instruido (además de contar con fuerzas para-estatales que obviamente contaban con el aval del gobierno) para luchar frente a la amenaza revolucionaria.


Esta descomposición culmina con el estallido en mil pedazos del régimen somocista en 1979. Ahora bien, este estallido revolucionario y su final victorioso debe entenderse y estudiarse (como todo proceso histórico complejo) desde una perspectiva multi-causal, ya que es imposible tratar de comprender un proceso como el de la revolución de Nicaragua desde una mirada que se centre en un solo factor, ya sea este el económico, el político (interno y externo) o el social.


Dentro del abanico de componentes que posibilitaron el debilitamiento del régimen y la siguiente salida revolucionaria se encuentran el hermetismo del régimen para aceptar reformas, el creciente descontento de la población debido a las condiciones precarias de vida de una enorme cantidad de nicaragüenses, el retiro del apoyo de los Estados Unidos, el descontento de la burguesía y de un amplio sector de la clase media y alta, la capacidad del FSLN (Frente Sandinista de Liberación Nacional[4]) para aglutinar a un heterogéneo conjunto de sectores de la sociedad, con visiones completamente diferentes, pero con el objetivo común de derrocar a Somoza y tomar el poder.


Algunos autores tienden a resaltar alguna de estas problemáticas en detrimento de las otras. Por ejemplo, Edelberto Torres Rivas plantea que la principal causa de la derrota de Somoza y su posterior huida es un llamado del presidente norteamericano Carter, en el cual le comunica que deja de tener el apoyo de los Estados Unidos debido a la creciente crisis económica, social, e institucional que se había desatado en Nicaragua[5] (la creciente violencia y violación de los derechos humanos en Nicaragua, sumado al asesinato del periodista Pedro Joaquín Chamorro, uno de los líderes del movimiento conservador, fueron claves para que los EEUU decidieran soltarle la mano a Somoza). Otros priorizan el aspecto político de la opresión, dejando de lado el problema de clase de la explotación. Varios autores como por ejemplo Vilas, Dunkerley o Montgomery sostienen esta hipótesis sobre la Revolución a la cual se volverá luego.


Intentando no caer en este tipo de errores, a continuación se analizaran estas variables con el objetivo de comprender el proceso nicaragüense y responder al siguiente interrogante: ¿Por qué hubo una insurrección armada y por qué tuvo éxito ésta Revolución?


Hay dos hechos concretos que fueron determinantes para sellar el destino del régimen dinástico de los Somoza. Por un lado el terremoto de 1972 que destruyó la ciudad capital de Managua y por el otro, el asesinato del periodista opositor Chamorro en 1978. Estos dos sucesos de naturaleza completamente distinta desencadenan el disgusto y finalmente la total ruptura de los sectores conservadores, liberales y burgueses de la sociedad de Nicaragua que se alían con el FSLN para combatir y derrotar a la dictadura, aunque con visiones del futuro diferentes. Esta alianza interclasista que logra el FSLN para fortalecer su posición frente al gobierno de Somoza, contrasta fuertemente con la situación de las guerrillas mexicanas que lejos de poder realizar este tipo de alianzas, sufría constantes escisiones internas que dificultaban su organización y funcionamiento[6]. Al respecto se pueden utilizar las palabras de Sierra, quién afirma que “La tesis maoísta de «la crítica y la autocrítica» servía más para dividir y avivar los odios personales que para mejorar el funcionamiento de la organización. […] Los grupos pasaban más tiempo en la revisión de sus problemas internos y en el choque de doctrinas que en la adecuación de su estrategia político-militar a las difíciles circunstancias en las que el gobierno aprendía con rapidez las formas de penetras y destruir a los grupos guerrilleros” (Sierra, Jorge Luis 2008, 387).


El terremoto de 1972 supuso la ruptura de la dictadura con un grupo de la burguesía[7] que hasta ese entonces no había sido “molestada” por el aparato económico privado de los Somoza. Debido a la destrucción de la ciudad de Managua comenzó a llegar ayuda internacional para reconstruir la ciudad. Estos fondos fueron apropiados por las empresas somocistas, las cuales comenzaron a entrometerse en rubros hasta ese entonces inexplorado por la familia gobernante como por ejemplo el acero, la construcción, el cemento, ladrillos, etc. De esta manera la burguesía se veía desplazada de un gran negocio mientras la dictadura perseguía a sus hijos estudiantes que se unían al FSLN o comenzaban a simpatizar con él.


El otro hecho que significó una ruptura con una porción de la sociedad hasta ese momento tolerante del régimen fue el asesinato del periodista y dirigente opositor Pedro Joaquín Chamorro el 10 de Enero 1978. Este crimen perpetrado por el régimen supuso la transformación de una crisis política en una crisis revolucionaria (Martí, Salvador 2012, 40). Si bien la sociedad conocía los asesinatos a opositores por parte de la Guarda Nacional, la elite económica siempre se sintió segura y lejos de este peligro hasta este momento, con lo cual toda posibilidad de enfrentamiento político pacífico perdió validez y el enfrentamiento violento y revolucionario asomó como una alternativa posible.


Por supuesto que esta ruptura de la burguesía y de la elite es sólo una de las patas de la revolución. Es imposible pensar al sandinismo sin tener en cuenta al sector trabajador, tanto agrario como urbano (que en su amplia mayoría vivía en la pobreza[8]), y al movimiento estudiantil. Estos serán los componentes del “sujeto social” de la insurrección sandinista en palabras de Carlos Vilas.

Durante la década de 1950 como se ha dicho anteriormente el país comenzó a modernizarse y desarrollando una incipiente industria (ligada a la matriz agro-exportadora ya existente) con la inversión de capital privado extranjero. Esta modernización supuso el crecimiento de las ciudades (sobre todo la capital Managua) y una migración interna desde el campo hacia la ciudad, en un proceso de proletarización del campesinado (es cierto que este proceso fue paulatino y no se dio en grandes escalas). Esto produjo un trastorno tanto el sector rural como en el urbano. Sumado al proceso de extensión del cultivo del algodón y de las tierras destinadas al ganado, esta expansión del capital produjo el resquebrajamiento de las antiguas relaciones de lealtad del campesinado, lo cual facilitó la alianza de éstos con el FSLN.


Sumado a este problema, la infraestructura urbana no estaba preparada (tampoco el capitalismo “inacabado” de Nicaragua lo estaba) para recibir la corriente migratoria que se estaba desarrollando, con lo cual se produjo una situación en la cual estas nuevas masas urbanas no encontraban perspectivas de mejora dentro de los márgenes estrechos del régimen somocista. Esto supuso un fortalecimiento de la percepción de que una organización política-militar que derrocara a la dictadura era la única salida posible de la crisis. Por supuesto que esta alternativa armada tiene influencias claras de las teorías “foquistas” de Débray y el “Che” Guevara y de la Revolución Cubana de 1959 (El FSLN se funda en 1961, dos años después del triunfo del movimiento revolucionario liderado por Fidel Castro).


Por último están los estudiantes, que según Vilas, conforman el sector más numeroso e importante de FSLN debido a la fuerte militancia del movimiento en escuelas, colegios e universidades. Cabe destacar que muchos de estos estudiantes que eran reclutados por el FSLN eran hijos de los sectores acomodados y medios de la sociedad, ya que estos estratos eran los que podían afrontar los gastos de la educación. El mismo autor afirma que el “sujeto social” de la revolución sandinista debe caracterizarse como “popular” más que como “proletario”, ya que los obreros urbanas representaban un sector minoritario dentro de las masas insurgentes.


La Revolución finalmente triunfa en 1979[9] debido a la conjunción de todos los factores que se han enumerado en el análisis previo. Los miembros del FSLN serán quienes ocupen los cargos directivos del gobierno e intenten llevar a cabo los objetivos propuestos no sin dificultades y resistencias tanto internas como externas. Los cuales pueden resumirse en cuatro grandes ejes: La economía mixta, la Reforma Agraria, la Democracia, y el “no-alineamiento”. En estos cuatro ejes se produjeron distintos fracasos.


El intento de llevar a cabo una economía mixta pone de manifiesto que el objetivo primordial del sandinismo no era de ninguna manera el paso hacia el socialismo (algunos de los integrantes del FSLN hablan claramente de un paso al socialismo por etapas) sino mejorar las condiciones de vida de la población nicaragüense. Esta economía mixta contaba con un sector estatal principalmente comprendido por las tierras que le fueron confiscadas al clan Somoza y a sus lacayos y un sector privado que comprendía a la burguesía local. Uno de los problemas que tuvo esta política fue el intento de la burguesía por obtener poder político, al mismo tiempo que el sandinismo pretendía que ésta se conforme como una clase productiva y no como una clase política. Otro de los inconvenientes que tuvo esta política de economía mixta fue una creciente inflación que culminó con una hiper de %36.000 y un 60% de desocupados en 1989. De todas maneras estos problemas económicos serán también consecuencia de la guerra de contrarrevolución llevado a cabo en territorio nacional y el bloqueo económico dispuesto por el gobierno de Reagan.


La Reforma Agraria tenía como objetivo incrementar la producción de granos básicos para la alimentación de la población como también la de crecer la cantidad de materia prima exportada para la obtención de divisas que se usaban principalmente para la compra de maquinaria importada por las industrias locales y para la compra de bienes de uso para la clase media y alta. El título entregado por la Reforma Agraria sandinista le entregaba al campesino la facultad de trabajar el suelo, recoger sus frutos, y heredarlo a sus hijos. De todas maneras este título no permitía la venta o la donación de la tierra. Esta política de Estado también trajo problemas al gobierno sandinista, ya que para el sector más popular de la población la Reforma Agraria fue insuficiente y para el sector burgués fue demasiado lejos y profunda. Este conflicto en el campo será uno de los puntos clave para entender porque si la ciudad fue el centro de la Revolución, la campaña será el escenario de la Contrarrevolución en Nicaragua.


En el siguiente plano, la “Democracia” para los Sandinistas era otro eje central ya que debían marcar una clara diferencia con la dictadura anterior. De todas maneras se debe aclarar que el concepto de democracia para el FSLN era mucho más amplio que el simple derecho y/u obligación al sufragio una vez cada dos o cuatro o cualquier otra cantidad de años.


Para ellos la democracia tenía un correlato directo con las condiciones de vida que tenían cotidianamente las masas campesinas y urbanas[10]. Este sistema debía comenzar en el plano económico, debilitando las debilidades, mejorando los niveles de vida de la mayoría de la población, para luego pasar a una fase de control directo de fábricas, haciendas, etc.


Se puede resumir esta visión, con la siguiente frase de Martí: “El ingrediente central de esta concepción era la participación popular, pero en un esquema conceptual de niveles y etapas: primero lo socioeconómico y lo político después” (Martí, Salvador 2012, 72).


Por último se encuentra el eje del no-alineamiento en la Guerra Fría que todavía estaba activa en esos años. Claramente esta política tuvo una complicación que no dependía del sandinismo. El intento de derrocar al FSLN por parte de los Estados Unidos y el bloqueo económico que Reagan implementó contra Nicaragua, obligo a los revolucionarios a buscar ayuda en el plano internacional, la cual provino principalmente de Cuba y el Bloque Soviético[11].



Pablo Mangini

Notas:


[1] Torres Rivas dice al respecto que “Weber distingue en la dominación tradicional, la que es ejercida como un poder personal autónomo, que opera primariamente con una base discrecional, a la que llama sultanismo. Aquí, los funcionarios son reclutados con base en lealtades personales, que no derivan tanto del carisma del líder sino de su habilidad para dar y quitar. Así fue Somoza”. (Torres Rivas 1997, 3)


[2] La Guardia Nacional es un cuerpo policial que fue impuesto por los Estados Unidos luego de que sus marines abandonaran el territorio, para asegurar el orden doméstico y regional.


[3] En México existía un Estado muy fuerte, consolidado durante la presidencia de Cárdenas (1934-1940) que mediante alianzas con el sector campesino (mediante la entrega de tierras ejidales y reformas agrarias), el sector obrero (con mejoras en las condiciones de vida, aumentos de salarios, etc.) y la burguesía logró modernizar el país, extender el capital, y controlar en forma exitosa las oleadas revolucionarias que se dieron en la nación.


[4] Este movimiento surge en 1961 con el nombre de FLN (Frente de Liberación Nacional) y adopta en 1963 el mote de “sandinista” en referencia a Augusto César Sandino, revolucionario nicaragüense que luchó contra el ejército imperialista yankee que ocupaba el territorio nacional. Sandino fue asesinado por Anastasio Somoza García en 1934.


[5] Para reafirmar este concepto es útil recurrir a las palabras del autor en cuestión: “Pero el dictador no se fue por miedo militar, sino por el efecto desmoralizador de la brutal conversación telefónica con el presidente Carter, la noche anterior, en la que con severidad se le aconsejó renunciar. La dictadura dejaba de tener el apoyo norteamericano”.


[6] De todas maneras cabe aclarar que el FSLN también sufrió divisiones internas que terminaron con la separación del movimiento en tres tendencias: La Tendencia Proletaria, la Tendencia Guerra Popular Prolongada (ambas lideraron las alianzas con los partidos y sectores sindicales de izquierda) y la Tendencia Tercerista (forjó alianzas con sectores civiles opositores más moderados y tendieron redes internacionales). Pero al momento de luchar contra el enemigo común estas tendencias se unieron para cumplir el objetivo principal de ese entonces.


[7] Obviamente este hecho también jugó un papel importante en el descontento del sector más popular de la sociedad nicaragüense. En palabras de Vilas “La catástrofe dejó en la calle a las masas trabajadoras de la ciudad: sin casa, sin trabajo, sin pertenencias personales, con una tremenda tensión emocional, a merced de la arbitrariedad y la prepotencia de la Guardia Nacional de la dictadura” (Vilas 1985, 8)


[8] Utilizamos el concepto de pobreza según lo entiende Vilas, para quién es una síntesis de desempleo o empleo inestable, vivienda precaria, carencia de servicios básicos e ingresos bajos o inseguros.


[9] Es pertinente aclarar que la Revolución Sandinista es de carácter anti-imperialista como prácticamente todas las revoluciones populares que se dan en el Tercer Mundo durante el Siglo XX.


[10] Algunas de las medidas que implementó el sandinismo para intentar mejorar esta situación fueron la expansión de la demanda, subsidios a productos de la canasta básica, reducción de las tarifas de los transportes, incremento del gasto en servicios sociales como por ejemplo la educación.


[11] También recibió ayuda de menor calibre de partidos de izquierda como el Partido Comunista argentino, el cuál enviaba militantes y en lo posible recursos para ayudar al sandinismo, antes y después de tomar el poder. Para profundizar esta temática es interesante el trabajo de Paula Daniela Fernández Hellmund del 2015 titulado “Nicaragua debe sobrevivir”.


Bibliografía Utilizada:


  • Fernández Hellmund, Paula Daniela. Nicaragua debe sobrevivir. La solidaridad de la militancia comunista argentina con la Revolución Sandinista (1979-1990). Buenos Aires, Ed Imago Mundi. 2015.

  • Gould, Jeffrey. Aquí todos mandamos igual. Lucha campesina y conciencia política en Chinandega, Nicaragua, 1950-1979, Managua, IHNCA-UCA, 2008.

  • Harris, Richard y Guillén Romo, Héctor. “Propiedad social y propiedad privada en Nicaragua”, Cuadernos Políticos, Nº40, México, ED. Era, abril-junio 1984.

  • Martí, Salvador. La Revolución enredada (1979-1990), Managua, Editora Salvador Martí i Puig, 2012.

  • Nolan, David. La ideología sandinista y la revolución nicaragüense, Barcelona, Ediciones 29, 1986.

  • Nuñez Soto, Orlando. Transición y lucha de clases en Nicaragua 1979-1986, México, S.XXI, 1987.

  • Nuñez, Orlando, Cardenal, Gloria y Lorio, Amanda. La guerra y el campesinado en Nicaragua. CIPRES, Managua, 1998.

  • Schneider, Alejandro. Los límites dentro de lo posible. En “Entre el orden y la revoluciones” (Comp. Pablo Pozzi y Alejandro Schneider). Buenos Aires. Ed Imago Mundi.

  • Torres Rivas, Edelberto. “Centroamérica. Revoluciones sin cambio revolucionario”. Nueva Sociedad, Nº150m Julio-Agosto 1997.

  • Trujillo Bolio, Mario (Coord.), Organización y luchas del movimiento obrero latinoamericano 1978-1987, México, Siglo XX, 1988.

  • Vilas Carlos. “El sujeto de la insurrección popular sandinista” en cuadernos Políticos, nº42, México D.F., Ed. Era, Enero-marzo 1985.

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