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Lisandro Rappetti

¿Gran salto adelante o gran hambruna?

Podía ser una imagen usual en el campo chino de los años 1960, personas divagando y buscando aunque sea un poco de arroz o algo para comer. Era sin duda alguna la consumación de una de las peores tragedias del siglo XX o quizá de toda la historia, una hambruna sin precedentes producto de la ingeniería social que provocó millones de muertes en palabras de algunos historiadores, aunque a decir de otros el PCCH tenía cabal información sobre la calamidad que se cernía sobre la población y su inacción o incompetencia fue absoluta, veamos…


Al contrario de lo que había sido la revolución en la URSS, la misma en China se había engendrado en el campo y de allí se expande a las ciudades donde el PCCH comienza su proceso de purgas en torno a la población con el fin de acabar con las disidencias internas, no obstante esto debido a que el proceso revolucionario evoluciona durante la ocupación japonesa del país, se mantuvo significativa atención en no romper el frente interno hasta que la invasión fuese derrotada, luego de la victoria sobre Japón el proceso de represión interna recrudece en todo sentido, primero en la ciudad, luego en el campo. Ahí precisamente los agitadores del partido dispusieron una categorización para los campesinos que iba desde pobre a rico, pasando por semi pobres y medios, todo aquel que saliese de la escala era considerado un terrateniente y, no está de más decir que las propiedades que contaban con varios centenares de hectáreas, eran aquellas que se encontraban en la zona costera sur del país, por el contrario en el resto y sobre todo zonas tendientes al centro éstas eran inclusive de no más de 5 hectáreas en su mayoría allá por el año 1948. Se podría afirmar que la población campesina oscilaba entre la semi pobreza y la pobreza y, pese a no existir en forma significativa la gran propiedad agraria, la pretendida reforma en el campo chino va a llevarse a cabo con un cortejo de muertes y desposesiones forzadas que seguían un ritual bastante similar en todas las aldeas donde se practicaba el mismo. Las estimaciones más frecuentes oscilan en que la cantidad de muertes rondaba el millón y podría acercarse a los tres o cinco millones y, esto no resulta de ningún modo exagerado ni mucho menos, a suposición de una a cinco muertes por aldea[1]. A decir de Meissner en “La vie orthodoxe” las metas a cumplirse en efecto solo fueron de tinte económico ya que si el 40% de las tierras fueron distribuidas el pequeño número de beneficiados rurales y la densidad de los campos hacían que la población campesina explotara una media de no más de 0,8 Ha.


Consecuencia de esto es la muy difundida frase en occidente que por la época aseguraba que si bien en China no existe la democracia, por lo menos la revolución ha dado a prácticamente todos los habitantes un plato de arroz al día. Lejos distaba de la realidad tal afirmación, por el contrario tras la reformas agrarias de los años 1955 – 1956 que agrupaba a los campesinos en tornos a sus bases aldeas, los prometedores resultados dieron ánimo a la dirección del PCCH que tal perspectiva podría mejorarse y por lo tanto se lleva a cabo el llamado “Gran salto adelante”. Con esto se pretendía alcanzar de una vez y en un corto período de tiempo la comuna popular, el lema enarbolado por el PCCH en ese entonces era “Tres años de privaciones y mil años de felicidad”, en la pretendida comuna popular los campesinos serían agrupados en territorios y en cantidades de miles de familias donde compartirían todo, incluyendo la comida. Asimismo se trataría de mejorar la producción agrícola en grandes proporciones mediante mega emprendimientos de regadíos y nuevos métodos de cultivo, suprimir las diferencias sociales entre trabajo industrial y trabajo agrícola, en total un conjunto de medidas tendientes a lograr el auto abastecimiento de las comunidades, eso sí, también mediante la instalación de pequeñas unidades industriales en cada una de las mismas y, toda la producción estaría controlada y centralizadas (como no) desde el PCCH el cual se encargaría de recolectar una cuota de cada cosecha.


Todo parecía marchar de manera bastante aceptable ya que los resultados de la cosecha en 1958 es significativamente mejor que la del 57, unos 357 millones de toneladas de grano contra los 185 millones del año antes mencionado, pero éstas cifras que enarbolaba el gobierno de Mao no eran del todo ciertas y, la obsecuencia debido al terror va a costar muy cara. Sucede error tras error, por ejemplo: Se utilizan semilleros infinidad de veces que exterminan las plantas más jóvenes; se planta en profundidad en la tierra y se consigue que emerja la sal del suelo; se comparte en un mismo campo la cosecha de trigo y del maíz; se sustituye en las tierras altas del Tibet la cebada por el trigo. Continúan los errores con el exterminio de especies de aves (como por ejemplo el gorrión del trigo) y se incrementa la proliferación de parásitos, las mega obras de ingeniería que tenían como propósito ser auxiliares de los emprendimientos agrícola son realizadas en tiempo record con un enorme coste en vidas humanas y, no previéndose de forma totalmente efectiva su accionar, por lo tanto se produce una erosión excesiva del mismo muy perjudicial para los cultivos, por otra parte algunos de estos que eran altamente rentables como el té son reconvertidos a arrozales provocando enormes desequilibrios económicos entre regiones.


Y los desequilibrios económicos son tan pendulares que se produce una migración enorme del campo a la industria (Aquella que debía ser complementaria) que determina que las empresas estatales sumen la friolera de 21 millones de obreros y, el PBI destinado a la consecución de las mega obras de ingeniería ascienda al 40% del PBI total, todo esto en solo un año. El desastre se precipita rápidamente… La combinación de las cuotas estatales y las mentiras de los locales da como resultado la muerte, sólo en la provincia de Fengyang en 1959 se anuncia que la producción de grano es de casi 200000 toneladas, pero de hecho aquella era de solo 54000 toneladas y cuando el Estado pidió su cuota para ser almacenada o exportada de 29000 toneladas, al año siguiente la comida de la mayor parte de la población fue una pobre sopa aguada de arroz al día. Este tipo de situaciones se repiten al por mayor y las consecuencias son catastróficas, para peor el año 1960 es aquel del comienzo de las tenciones con la URSS y se rechaza su ayuda, tanto en grano como en asesoría técnica. Por otra parte la hambruna tiene marcados tintes políticos, y esto se puntualiza gracias al hecho que los índices más altos de ella se observan en aquellas provincias que son gobernadas por maoístas radicales y que con anterioridad fueron exportadoras de grano. Sichuan, Henan, Anhui pasan de una mortalidad promedio de 68/100 cuando anteriormente rondaban el 15/100, mientras que la natalidad desciende del 30/100 al 11/100.


Asimismo las cifras finales de mortalidad en el total del territorio son contundentes, para 1957 era del 11/1000, en 1959 15/1000, pero para 1960 es de 29/1000. Similares índices son en cuanto a la natalidad observándose un descenso en 4 años del 12%, en total se estima que murieron entre 35 y 45 millones de personas, a pesar que el gobierno chino reconoce oficialmente desde 1988, 20 milllones de muertos. Por supuesto la enorme mortandad a sido discutida en extenso por historiadores que ofrecen una gran escala que varía entre el trabajo de Peng que en 1987 “Demographic Consequences of the Great Leap Forward in China's Provinces.” da a la mortalidad la suma de 23 millones de personas, mientras que autores como Dikötter en 2010 en su trabajo “Mao's Great Famine: The History of China's Most Devastating Catastrophe, 1958-62.” considera que murieron como mínimo 45 millones de personas.


Las conclusiones de este desastre son variadas, por una parte es escasa la bibliografía que asigna a Mao dolo en la gran hambruna, es decir que se descarta que la mortandad haya sido precipitada de forma intencional por los máximos dirigentes del gobierno chino. Sin embargo si es posible indignarle responsabilidad en cuanto a la falta de planificación y sobre todo en el fallo de cálculo con respecto a la ingeniería social de enorme tamaño que se intentó realizar. Por otro lado es interesante analizar el factor de mentalidades en torno a los cuadros medios y medio altos del partido para la época. Un partido forjado al interior de la guerra contra el Japón en primera instancia y luego contra la derecha nacionalista, era muy propenso a no cuestionar las órdenes y regirse de manera dogmática y verticalista por el principio de obediencia debida, por lo tanto ante la aparición de los problemas en los mega emprendimientos el sano cuestionamiento contaba con el temor de convertirse en comentario subversivo y traidor. Esto va a costar sumamente caro en cuanto a vidas humanas y ni hablar de los problemas asociados a las enormes represas u obras hídricas que eran utilizadas de forma errónea. Tras la catástrofe Mao renunciará a la presidencia del partido y será reemplazado por Liu Shaoqi que inicia una vasta campaña de liberalización del cultivo de las parcelas privadas y la plena disponibilidad de recursos para vender en mercados rurales. Mao volverá a tomar las riendas del PCCH tras la revolución cultural, pero esa es otra historia…

Lisandro Rappetti



Citas:

[1] Domenach, A: Claude Aubert “Économie et société rurales”. 1990.


Bibliografía:


Becker, J: Hungry Ghosts “La hambruna secreta de Mao”. Ed varias. 1998.

Domenach, A: Claude Aubert “Économie et société rurales”. 1990.

Yang, J: The Great Chinese Famine, 1958-1962 (Kindle edition). 2012

Werner, M: La vie orthodoxe (1949-1955), en Bergére (1990).

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