Breve Historia del PT
Para comprender la caída actual del gobierno del Partido de los Trabajadores de Brasil por medio de un Golpe de Estado Institucional, es necesario entender las contradicciones internas de un partido que nació como anticapitalista en la década del `80 y que termina con un vicepresidente de derecha.
Como una de las consecuencias de la crisis económica de 1978 que llevo a la debacle de la dictadura militar que se encontraba en el poder desde 1964 (que se había mantenido allí por el modelo económico de desarrollo que había impulsado), se inicio un ciclo prolongado de huelgas y paralizaciones de la actividad industrial. Se inicia entonces un proceso de lucha encabezado por un “nuevo sindicalismo”, que agrupaba a un conjunto de dirigentes que combinaban demandas de tipo económico con reivindicaciones políticas, así como una mayor participación de los trabajadores de base y la vinculación con otros movimientos de la sociedad civil, rompiendo con las antiguas practicas sindicales. El “Partido dos Trabalhadores” nace como producto de esta experiencia bajo la premisa necesaria de extender la representación política por fuera del ámbito sindical y a partir de la iniciativa de una fracción de líderes sindicales que reconoció las insuficiencias de esa práctica para transformar la sociedad y admitió claramente la necesidad de articular una organización política nacional, no formada solo por trabajadores industriales sino por todos aquellos que viven de su trabajo.
El PT se constituyo como un partido popular abierto, democrático y de lucha, que pretendía ser el instrumento político de los más desplazados. En torno al partido se reúnen una cantidad importante de movimientos de desocupados, campesinos y de los sin tierra. Tal unidad sentara las bases de un colectivo social articulado y de fuerte presencia en torno a la democratización del país, cuyo advenimiento señalaba el PT en su Manifiesto como el pasaje hacia una sociedad igualitaria, donde no hubiese explotados ni explotadores (Partido dos Trabalhadores; 1980), capaz de revertir las desigualdades que atravesaban al pueblo brasilero desde sus orígenes.
Por otro lado, el fenómeno del “nuevo sindicalismo” derivo en la conformación de la Central Única de los Trabajadores (CUT) hacia el año 1983. La CUT se definió como una central sindical clasista que adhería al socialismo como perspectiva general, defendiendo la autonomía de los trabajadores respecto del Estado e independiente a los gobiernos y partido políticos.
Durante los años noventa, la implementación de las conocidas políticas neoliberales, la CUT y el PT sintieron de lleno el golpe. En el interior de la Central Única de Trabajadores se dio un intenso debate acerca de la situación de la clase trabajadora y los rumbos a seguir; en detrimento de sus cuadros más combativos, prevaleció a lo largo del periodo una postra que sostenía la inevitabilidad de las trasformaciones económicas y la necesidad de negociar con las dirigencias político-empresariales con el fin de mantener los niveles de empleo. A su vez, se evidencio un cierto desacople entre las dirigencias y el conjunto mayoritario de los trabajadores.
Con respecto al PT, desde la primera derrota electoral de Lula en 1989 –que se repetirá hasta 2003-, el partido atravesó una serie de trasformaciones con miras a incrementar su representación y alcance en la sociedad brasilera. Ya en el año 1988 el PT accede a las alcaldías de ciudades importantes y posteriormente a las gobernaciones de algunos Estados. Se inicia entonces un proceso en el cual el PT comienza a acoplarse a las estructuras del Estado y a amoldarse a los criterios del sistema capitalista.
La llegada de Lula a la presidencia en 2003 fue a contramano de la tradición de lucha del PT. La estructura económica neoliberal se mantuvo y se exacerbo. La atención de los reclamos de muchos de los sectores que fueron parte de las primeras formaciones del PT, fueron desoídos. Tal es el caso del MST, que hasta el 2006 mantuvo su apoyo al presidente, pero que para su segundo mandato se enfrentara directamente y de manera abierta.
Si bien durante la primera presidencia se produjeron las principales fragmentaciones en el ámbito sindical, así como las mayores críticas al gobierno desde sus espacios más próximos, la reelección de Lula encontró nuevamente un apoyo por parte de un conjunto amplio de los movimientos, dejando entrever la persistencia de afinidades que a pesar de las tensiones todavía eran latentes. Durante el segundo mandato el panorama se rebeló más nítido: mientras que el Estado se oriento a canalizar algunas de las demandas populares consolidando los vínculos de proximidad con algunos movimientos, en otros casos la posibilidad de dialogo se quebró definitivamente.
La asunción de Dilma a comienzo del 2011 no altero en gran parte los realineamientos ocurridos en la década pasada, aunque el proceso mantiene su dinamismo. La fragmentación política de la base de apoyos del PT impulso nuevas alianzas con los partidos de la derecha más recalcitrante como se observa a partir de su reelección en 2014 con Temer como vicepresidente. El golpe de estado no es casual, el fin de las alianzas y de la matriz ideológica que reunió a aquellos militantes sindicales en los ’80 había sido abandonado paulatinamente. El golpe abre un nuevo proceso de lucha donde las masas de trabajadores de Brasil deben definirse por la independencia política de clase para derrocar el gobierno golpista, en pos de un verdadero gobierno de los trabajadores.
Pablo Javier Coronel
Bibliografia utilizada:
-Lucas Benielli; “Los años de Lula: trabajadores y movimientos sociales en la historia reciente de Brasil” en Alejandro Schneider (comp.) America Latina hoy…; Ediciones Imago Mundi, Bs As 2014.