Crisis y regeneración del capitalismo
El capitalismo está determinado por la crisis y la recuperación, es un organismo que se regenera a sí mismo y que encuentra en este “gen” el motor para seguir avanzando. Las ondas de crecimiento y recaída conforma una estructura que se podría llamar cíclica, en la medida en que las mismas particularidades que estructuran el modo de producción se repiten una y otra vez, con la distinción de que una etapa siempre es más corta que su predecesora y en su fase decreciente es cada vez más abrupta con crisis más fuertes y profundas.
Este funcionamiento es explicado por Mandel en su estudio sobre las ondas y los ciclos. La pregunta que guía su trabajo es cuál es el determinante que lleva constantemente a la recaída del ciclo. Claramente encuentra en el avance tecnológico como el factor clave del desarrollo y la crisis. En un pasaje del texto deja en claro este movimiento: “debe subrayarse que la tendencia del capital a proletarizar (es decir, subordinar a sí mismo) el trabajo científico está directamente relacionada con la sed insaciable por conseguir mas plustrabajo, mas plusvalor y mas ganancia, sed continuamente espoleada tanto por la competencia como por la lucha de clases entre capital y trabajo”[1]. En este sentido, como se veía en la primera consigna, la sustitución de trabajo vivo por cada vez más trabajo muerto ante la aparente maximización de la productividad es la causa principal de la fase descendente del ciclo. “En estricta lógica, es por tanto, posible concluir que se da una alternancia rítmica entre la intensificación de la investigación y las innovaciones básicas iniciales (durante las ondas largas depresivas) y la intensificación de la innovación radical (durante las ondas largas expansivas)”[2].
Siguiendo a McDonough, se intenta observar como supera el capitalismo estas ondas recesivas que devienen en la crisis a través del estudio de Lenin sobre el Imperialismo. El pensador ruso en su caracterización de las etapas observa como el capitalismo logra constantemente tener la capacidad de regenerarse a sí mismo y lejos de estallar, se rearmaba en etapas más desarrolladas. Si bien Lenin era de la idea de que el capitalismo había alcanzado su máximo de expansión al llegar a la etapa imperialista, deja sentado este comportamiento particular del capital.
El monopolio y el capital financiero, habían sido históricamente la herramienta anticiclica que el modo de producción capitalista había utilizado para aplacar su fase descendente. En la medida que ciertas empresas quebraban, eran absorbidas por otras más grandes, concentrando capital y expulsando mano de obra mediante medidas de ajuste que ayudasen a reconfigurar nuevas condiciones para un nuevo ciclo ascendente de acumulación de capital. Los grandes bancos son también el respaldo económico que el sistema arma para poder refinanciar mediante la extensión de créditos que, mediante planes de salvataje ayuden a superar la fase descendente.
Paul Sweezy realiza su estudio sobre las causas y consecuencias de las crisis a un nivel socio-económico generalizado. Dichas consecuencias de estas crisis, se hacen palpables en la medida en que el sistema expulsa cada vez más mano de obra para salvaguardar el lucro y mantener la rentabilidad de la producción. La falta de trabajo vivo es determinante a la hora de encontrar la fuente de valor de una mercancía. Al disminuir la cantidad de trabajo socialmente necesario para la producción de un bien, disminuyen las condiciones de vida del proletariado que es en última instancia el mayor comprador de las mercancías. Si una sociedad aumenta el capital orgánico de su producción (más trabajo muerto que trabajo vivo) se produce una paulatina depreciación generalizada del salario y de la capacidad de compra del mismo. En este sentido, la tendencia a la baja del valor de la mano de obra hará reducir constantemente las posibilidades del consumo de los trabajadores que se verán obligados a trabajar para cubrir la canasta básica de alimentos sin poder expandir su consumo a los demás bienes que se producen, en este sentido, se produciría para un mercado cada vez más reducido llevando los precios por debajo del valor de producción, creando crisis de sobreproducción. Al llegar a este punto agónico el capital necesita subsidiar su producción (con ayuda del capital financiero) y concentrar los capitales (monopolios). De esta forma, el autor da como diagnostico del modo de producción capitalista como un sistema condenado a la “depresión crónica”.
El movimiento obrero que es actor principal, ya que es la parte más afectada de todos estos procesos, puede organizarse y reclamar por mejores salarios y condiciones laborales, pero en la medida en que el modo de producción capitalista siga vigente por mas reclamos, huelgas, protestas e incluso fallidos intentos revolucionarios (victoriosos en la práctica, defectuosos en la aplicación de nuevos modos de producción alternativos al capitalismo) no podrá superar la arraigada condición cíclica y que lleva constantemente a la crisis que es propia del sistema económico en cuestión.
Pablo Javier Coronel.
Citas:
[1] Mandel; Las Ondas Largas del desarrollo Capitalista. La Interpretación Marxista, Madrid, Siglo XXI, 1986; pág. 35
[2] Ibídem, págs. 36-37
Bibliografía Utilizada:
- Mandel; Las Ondas Largas del desarrollo Capitalista. La Interpretación Marxista, Madrid, Siglo XXI, 1986
- McDonough, T., “Lenin, el imperialismo y las etapas del desarrollo capitalista”, en Cuadernos del Sur, n. 24, Bs.As., mayo de 1997.
- Sweezy, P., Teoría del Desarrollo Capitalista, México, FCE, 1973, cps. X y XII.