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Pablo Javier Coronel

La continentalización de la lucha armada


Tenemos ante nosotros un título muy abarcativo. Conviene, entonces, centrarse en un problema específico que nos lleve a reflexionar sobre los aspectos a desarrollar dentro de todos los aspectos que se pueden llegar a indagar en torno a “La Junta de Coordinación Revolucionaria”.

El problema al que voy a referirme es por qué esta Junta termina disolviéndose, qué papel cumplió el PRT dentro del organismo internacional y que implicancias tuvo su derrota para que este armado termine fracasando. Antes de dar respuesta a estas cuestiones, comenzaré por conocer el marco en el que se imbrican estos problemas. Primeramente debemos saber qué es la Junta de Coordinación Revolucionaria, cuándo, dónde y cómo se forma, cuáles eran sus objetivos y quiénes la conformaron.


El primer día de noviembre de 1974 se emite el primer comunicado de la llamada “Junta de Coordinación Revolucionaria” en la revista “Che Guevara” (revista oficial de la junta recién formada). Después de un mensaje del Che Guevara a la Tricontinental, declara que: “El Movimiento de Liberación Nacional (Tupamaros) de Uruguay, el Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR) de Chile, el Ejército de Liberación Nacional (ELN) de Bolivia y el Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP) de Argentina, firman la presente declaración para hacer conocer a los obreros, a los campesinos pobres, a los pobres de la ciudad, a los estudiantes e intelectuales, a los aborígenes, a los millones de trabajadores explotados de nuestra sufrida patria latinoamericana, su decisión de unirse en una Junta de Coordinación Revolucionaria.”[1] En este documento, además, podemos conocer el por qué de la Junta. La necesidad de cohesionar a los pueblos en el terreno de la organización, de unificar las fuerzas revolucionarias frente al enemigo imperialista y de librar con mayor eficacia la lucha política e ideológica contra el nacionalismo burgués y el reformismo[2] serian las causas generales para el armado.


Me parece importante detenerse en este último punto por un momento para entender desde que perspectiva y en qué momento histórico la JCR plantea librar una lucha política e ideológica. Los partidos y movimientos que conforman la junta se habían diferenciado de las diferentes corrientes de pensamiento socialista a nivel mundial y se había encolumnado detrás de la idea de la lucha armada al estilo que el Che Guevara llevó adelante en Cuba y Bolivia. En la Conferencia Tricontinental realizada en La Habana en 1966, que tenía como objetivo unir los principios antiimperialistas y soberanos de los tres continentes (Asia, África y Latinoamérica), se expresaron tres corrientes de pensamiento: la URSS de mayor peso proponía una lucha parlamentaria y la centralización de todos los partidos en una sola organización mundial, la China de Mao Tse-Tung proponía la guerra popular prolongada, mientras que Cuba defendía la estrategia de la “guerra de guerrillas” que tantos resultados le había dado en su país. En 1967 se creó la Organización Latinoamericana de Solidaridad (OLAS) donde 27 representantes de diferentes países de Latinoamérica participaron como desprendimiento de la lucha ideológica URSS-China en la Tricontinental. La OLAS termina firmando un documento que señalaba “la lucha revolucionaria armada constituye la línea fundamental de la Revolución en América Latina.” [3] Es en este punto donde muchos de los partidos de izquierda se separan de la organización desaprobando este comunicado ya que eran más cercanos a la postura parlamentarista reformista de la URSS. A pesar de esto, Cuba inicia una serie de contactos con diferentes escisiones de los partidos comunistas oficiales que apoyaban a lucha armada. La clara influencia de la postura cubana en la JCR termina siendo plasmada en su comunicado oficial diciendo que: “Este importante paso es la concreción de una de las principales ideas estratégicas del comandante Che Guevara, héroe, símbolo y precursor de la revolución socialista continental.”[4]


Ahora bien, teniendo en cuenta la ascendencia ideológica de la Junta creo fundamental desarrollar cuáles eran sus objetivos. Primeramente se plantea la necesidad de movilizar a todo el pueblo bajo la dirección del proletariado revolucionario. Que la dirección proletaria de la guerra se ejercite por un partido de combate marxista-leninista de carácter proletario capaz de centralizar y dirigir, uniéndose en uno solo todos los aspectos de la lucha popular. Que bajo la dirección del Partido Proletario es necesario estructurar un poderoso ejército popular unido a las masas. Considera necesario construir un frente amplio obrero y popular de masas que movilice a todo el pueblo progresista y revolucionario, a los distintos partidos populares, a los sindicatos y demás organizaciones similares convergiendo a cada momento y estratégicamente con el accionar militar del ejército popular y el accionar político clandestino del partido proletario.[5] Más a corto plazo, la JCR, se dedicó a la creación de una revista internacionalista que reflejara la situación del movimiento obrero revolucionario en el mundo. Por otro lado, en 1973 se creó en Chile la primera Escuela Internacional de Cuadros con la asistencia de compañeros de las cuatro organizaciones.[6] La reciprocidad entre los partidos y movimientos para la consolidación de la situación revolucionaria en los países que conformaron la junta se erige como el objetivo máximo del organismo internacional.


Así entonces, planteadas las primeras observaciones acerca de la Junta volvemos a la pregunta inicial de por qué fracasó este armado. Haciendo un relevamiento de documentos y bibliografía sobre el tema puedo decir que la caída de la JCR se debió a múltiples razones que se conjuraron en un mismo momento, como ser la reacción contrarrevolucionaria de la burguesía como respuesta a la emergencia del socialismo en América Latina. Por otro lado, pero igual de importante fue la preeminencia del PRT-ERP dentro del organismo por ser éste el último bastión revolucionario en pie de los cuatro que conformaron la JCR. La caída del PRT en la Argentina fue el factor determinante para la disolución de la junta.


Tenemos a disposición algunos trabajos acerca de la cuestión planteada que provienen de diferentes concepciones ideológicas-políticas, así como de diferentes corrientes historiográficas.

Daniel De Santis es uno de los máximos referentes en nuestro país en el estudio del PRT-ERP y entiende que el desarme de la estructura internacional devino de las rupturas internas de los partidos revolucionarios en el exilio después del ’79. A su vez desestima que la preponderancia en la JCR del partido argentino haya sido la causa de la caída de la junta y de los demás movimientos continentales. En su confrontación con Luis Mattini y Fernández Huidobro hecha en tierra una supuesta “colonización” ideológica del PRT hacia los demás movimientos de la junta.


En una línea diferente encontramos los estudios de Garzón y Goicovic Donoso, el primero tiene como hipótesis que en la JCR existía una jerarquía, en la que el PRT ocupaba el papel preponderante y que este fue el motivo central de la derrota del armado internacionalista. Por su parte, el segundo autor nos dice que los golpes de estado en dos países centrales de la junta (Chile y Argentina) y la caída en combate de sus secretarios generales, fueron los motivos de esta disolución.


Por último, desde un punto de vista diferente, Slatman se ocupa de la relación entre la “Operación Cóndor” y la JCR. Después de un extenso trabajo concluye que la práctica de la operación represiva del continente no devino del armado internacionalista revolucionario, sino que la Junta fue la excusa necesaria de los organismos de inteligencia para acercarse a los beneficios de formar parte del bastión anticomunista de los Estados Unidos, independientemente del poder de acción revolucionario. En este estudio se da cuenta de cómo una vez aniquilada la JCR, las dictaduras militares siguen en el poder en todo el continente independientemente de ésta.


La caída de la Junta de Coordinación Revolucionaria es un hecho histórico y como tal deben ser rastreadas las causas en la reconstrucción histórica del periodo y de la propia junta. Los primeros contactos entre las organizaciones se remontan por lo menos cinco años antes de la conformación de la coordinadora.


Como se relató en la introducción, la influencia del Che Guevara en tierras bolivianas fue determinante para la creación de las organizaciones revolucionarias de la llamada “nueva izquierda” en el resto de Latinoamérica, mas aun su caída en las selvas bolivianas produjo un efecto paradójico en estos movimientos ya que, lejos de desalentarse, se radicalizó la lucha armada en el Cono Sur. Los intercambios entre militantes del ELN boliviano buscaron refugio en los compañeros de la agrupación del mismo nombre en Chile, tomando contacto con los primeros militantes MIR fundado en 1965 (dos años antes de la caída del Che). La primer acción de solidaridad entre las diferentes organizaciones fue la operación de 1969 para volver a generar un foco rural en Bolivia impulsado desde Chile, donde Tupamaros ofreció un monto de dinero en libras esterlinas y miembros del PRT ofrecieron su apoyo. Este nuevo impulso insurreccional renovó las esperanzas de los grupos armados en el resto del Cono Sur. Pero la condición fundamental para la consolidación de la solidaridad internacional, fue el espacio abierto por el gobierno socialista de Salvador Allende en 1970 que permitió las reuniones entre las demás agrupaciones revolucionarias de Latinoamérica.


Chile se consolida entonces como un lugar de libertad para el desarrollo de la coordinación entre militantes exiliados de las dictaduras que afligían a los demás países. Argentina desde 1966 se encontraba bajo el régimen militar instaurado por la “Revolución Argentina”. En Bolivia, se luchaba contra el gobierno de facto de Banzer desde 1971. Uruguay, por su parte, sufría las persecuciones del gobierno de Bordaberry desde el ’72. La colaboración de los grupos armados chilenos, en especial el MIR, fue la piedra basal del proyecto de liberación de los pueblos latinoamericanos. El asilo prestado a las diferentes agrupaciones generó ese clima de cooperación que luego se ve reflejado en el espíritu de la Junta.


En junio del ’72 se produce un hecho crucial en la historia de la solidaridad del Cono Sur, el MIR les presta asilo a seis refugiados que escapan en avión a Puerto Montt, todos ellos sobrevivientes de la fuga y posterior masacre de los presos políticos de la cárcel de Trelew en la Argentina. Antes del reingreso a su país, los miembros del PRT, se reúnen a fines de ese mismo año con la comisión política del MIR y la dirección del MNL-Tupamaros. En un documento se relata este encuentro:


“Inicia la sesión Miguel Enríquez, Secretario General del MIR, y expone lúcidamente la necesidad de una nueva organización internacionalista a partir de nuestras tres organizaciones. […]. Unir a la vanguardia revolucionaria que ha emprendido con decisión el camino de la lucha armada contra la dominación imperialista, por la implantación del socialismo, es un imperativo de la hora. Para abrir a los pueblos latinoamericanos el camino de la victoria en la senda emprendida por la gloriosa Revolución Cubana, frente a un enemigo bárbaro, el imperialismo yanqui, y ante la actividad divisionista del populismo y del reformismo. Miguel Enríquez argumenta con claridad examinando sintéticamente la situación latinoamericana y mundial, análisis que refuerza la urgente necesidad de coordinar las luchas revolucionarias en el cono sur de América Latina a partir de la influencia adquirida por la lucha de las tres organizaciones.”[7]


Y continúa relatando que:


“La propuesta de Miguel Enríquez es aceptada unánimemente sin observaciones y en pocos minutos se pasa a discutir los pasos prácticos para concretar el objetivo propuesto. Así, son adoptadas un conjunto de resoluciones (preparación de un proyecto de declaración conjunta, preparación de un proyecto para la edición de una revista política, organización de escuelas de cuadros conjuntas, proyectos de funcionamiento, formas de funcionamiento orgánico, etc.) que abren una nueva y más profunda etapa de colaboración, durante la cual se consolidan lazos, se avanza en el conocimiento mutuo.”[8]


Más tarde, será incorporado el ELN boliviano en este primer armado continental por iniciativa del MLN y se consolida la primer Escuela Internacional de Cuadros en Chile donde participaban de instrucción política, militar e ideológica, militantes del las cuatro agrupaciones. Pero la euforia organizativa va a durar poco.


En 1973 el centro gravitacional de la organización que era Chile se correrá a la Argentina. Este año está marcado por la llegada al poder de dos regímenes autoritarios. En junio del 73, Uruguay pasa a ser gobernado de ésta manera por su presidente que decide mantenerse en el cargo y acabar con el Movimiento de Liberación Nacional. Mientras que en Chile, en el mes de septiembre, el asesinato del presidente socialista Allende deja lugar a la férrea dictadura militar de Pinochet. El último bastión que parecía liberado fue la Argentina donde la caída del gobierno de Lanusse y el traspaso del poder a la democracia, abría las esperanzas a la organización partidaria del PRT. Su posición geográfica (en el centro) respecto a los demás países permitió nuclear a los militantes de los países limítrofes dentro del territorio argentino. Así pues, a principios de 1974 se prepara un proyecto de declaración conjunta que sirviera de lanzamiento público a la nueva organización internacionalista del Cono sur Latinoamericano. Ella fue discutida por las cuatro organizaciones y aprobada con aportes y modificaciones. Se hizo conocer la junta a Latinoamérica y al mundo en el año 1974 oficializándose así la existencia de la Junta de Coordinación Revolucionaria.


Ahora bien, qué margen de acción podía tener una organización internacional de éste tipo, en países tomados por aplastantes dictaduras militares, que ya venían de numerosas derrotas como en los casos del MLN-Tupamaros y el ELN. La caída de Chile en el ’73 del gobierno socialista y el posterior asesinato de Miguel Enríquez (secretario general del MIR) deja en un lugar de fragilidad al movimiento armado en éste país, que decide enfrentarse en una batalla final en su territorio y no exiliar sus cuadros a la Argentina.


Por esto mismo, no vacilo en argumentar que el auge de la JCR se corresponde directamente con el mejor periodo organizativo del Partido Revolucionario de los Trabajadores en la Argentina. La vuelta de la democracia había descomprimido la situación en este país, la tregua militar acordada con el flamante presidente Cámpora (1973) permitió al partido expandir el movimiento de masas en fábricas, universidades, en el campo, en los ingenios y en algunos sectores de la pequeña-burguesía (artistas, médicos, etc.). Durante 1974 y 1975, después de la muerte de Perón, se comienza a desarrollar una importante infraestructura en materia de propaganda, logística y armamento. Este desarrollo estuvo fuertemente relacionado a los exitosos secuestros realizados por el PRT-ERP de 1973 en adelante. Algunos de estos recursos fueron puestos a disposición de las demás organizaciones de la Junta para las operaciones de retorno impulsadas desde Argentina. En lo relativo a los aspectos logísticos, la JCR acondiciono casas que se dedicaban a la falsificación de documentos, impresión de propaganda, aprovisionamiento de armamento y medios de transporte. En 1975 se daba a conocer la primera metralleta de producción casera hecha por torneros radicados en el país con el nombre JCR en referencia a la Junta.


Como se ve en el relato que vengo haciendo, todas estas acciones se desarrollan en Argentina, amparadas por el gran movimiento de masas que desarrolla el PRT lo que le permite sobrevivir a los embates de los organismos de inteligencia del Estado (la Triple A). Las sucesivas victorias militares así como la creación de la Compañía de Monte “Ramón Rosa Jiménez” en la provincia de Tucumán arrojaron una imagen positiva en las demás integrantes de la JCR que intentaron emular sus concepciones ideológicas, operativas y militares. Así es como el PRT va empezando a ocupar un lugar preponderante dentro de la Junta elevándose por su ejemplo como la agrupación más importante e influyente que comienza a organizar el rumbo que debe tomar la lucha armada en el continente.


Esta situación de primacía le permite al PRT realizar críticas a los demás movimientos de la Junta. La principal acusación que realiza es sobre la falta de “proletarización” de los militantes pequeño-burgueses de los otros integrantes de la JCR. Esto va a componer uno de los ejes de las discusiones del MLN en el Simposio de Viña del Mar donde se decide el nuevo rumbo que debía tomar el movimiento. Se llamaba proletarización (en Argentina) o “peludización” (en Uruguay) a un proceso para desprender a los militantes pequeños-burgueses de sus concepciones ideológicas realizando una serie de experiencias en fábricas o en el ramo de la construcción, sumado a una debida instrucción teórica en el marxismo-leninismo. Dicho proceso, fue uno de los orgullos de la instrucción ideológica del PRT en el periodo ya que se consideraba fundamental para consolidar la experiencia obrera en todos los militantes del partido.


La fuerte influencia del PRT se ve reflejada en la creación del nuevo partido boliviano revolucionario después del congreso del ELN en Lima en 1975. El debate se genero entre dos facciones, por un lado estaba el sector de Chato Peredo (antiguo compañero del Che en su incursión en Bolivia y conductor del movimiento) que reivindicaba el pluriclasismo de la organización y la continuación de las acciones armadas. Por otro lado, estaban los defensores de la construcción del partido marxista-leninista y la proletarización de los militantes siguiendo la línea del PRT de la Argentina. La fracción que logra imponerse es esta última y transforman el ELN en el Partido Revolucionario de los Trabajadores de Bolivia (PRT-B).


La influencia del PRT también se sintió en el comité central del MLN donde se hizo presente “El Gringo” Mena (miembro del Buró Político del PRT) para fallar a favor de la corriente interna de Tupamaros que acordaba con la peludización destacando su ejemplo moral y juzgando a los miembros de Nuevo Tiempo del MLN-T de pequeño-burgueses, tal como lo relata Fernández Huidobro en “En La Nuca”.


En tanto, el MIR se encontraba en la lucha armada en su propio país aunque es sabido que el enfoque ideológico era prácticamente el mismo que el del PRT. La continuidad de la resistencia le costó al MIR 90% de sus antiguos integrantes del comité central, incluido Miguel Enríquez. A partir de 1976, el partido, estaba prácticamente desarticulado dentro de Chile, y la posibilidad de Argentina como retaguardia se esfumo cuando se vio la inevitabilidad del golpe en este país.


El año 1976 va a significar el comienzo del fin de la experiencia revolucionaria en la República Argentina. El 24 de marzo de ese año, el Teniente General Jorge Rafael Videla asume la presidencia de la Nación por la vía de un golpe de estado, dando inicio a la reacción contrarrevolucionaria en este país. El día 19 de julio una emboscada termina asesinando al Secretario General del PRT (Roberto Santucho) y a otros compañeros en combate.


Después de esta pérdida el Partido decide entonces exiliar a la mayoría de sus cuadros para poder escapar de la fuerte represión, los asesinatos y las desapariciones. La táctica del PRT fue la de poder salvaguardar el mayor número de militantes principalmente en Brasil, Cuba, España, Italia y algunos de los países comunistas de los Balcanes.


Así planteado el panorama, para el año 1977 la mayoría de los miembros de la Junta de Coordinación Revolucionaria se encontraban fuera de sus países de origen. En ese contexto se edita la tercera edición de la revista “Che Guevara”. Es una publicación escrita desde el exilio que intenta rescatar los ejemplos de las luchas revolucionarias de todo el Cono Sur, Mozambique y Nicaragua. Pero el aspecto más importante a destacar es el renunciamiento a la lucha contra el reformismo de los Partidos Comunistas y Socialistas como se observa en sus páginas:


“Somos conscientes que existen concepciones y posiciones distintas en relación a la estrategia por la toma del poder político y a la lucha por la revolución socialista en nuestro continente. Sin embargo, hoy día las condiciones particulares de la lucha de clases, las exigencias de un enemigo fuerte y unificado frente a nosotros, es un argumento más que suficiente para que, deponiendo los sectarismos que nos han dividido en el pasado, demos un paso adelante y forjemos la unidad combativa de la clase obrera, de movimiento obrero, del movimiento revolucionario y de la izquierda latinoamericana”[9]


Esta necesidad de unir fuerzas contra un enemigo común deja entrever una situación de debilidad por parte de los integrantes de la nueva izquierda armada revolucionaria del Cono Sur. Esto se comprende en el marco de la fuerte intervención contrarrevolucionaria de las agencias de inteligencia asociadas a la agencia norteamericana anticomunista (la CIA) que comenzaba a consolidar su poder en América del Sur en contra de la JCR.


A fines de 1977 el panorama parecía ser adverso para todas las organizaciones que conformaban la JCR y se inicia un complejo proceso de desmembramiento. La parte exiliada del partido chileno comienza a planear su retorno pero esta vez buscando el apoyo de Cuba antes que en la Junta, que había trasladado su sede a México. Por su parte, el PRT-B y MLNT seguían apostando a la Junta mas por impotencia individual que por creer viable un regreso a sus países. Quien se mantenía firmemente aferrado a la idea del retorno y a la consolidación revolucionaria en el continente era el PRT-ERP. Pero en el año 1978 comenzó a gestarse en el seno de este último una fuerte interna que terminaría por hacer disolver el partido en 1979 debido a la confrontación entre dos fracciones, una volcada al stalinismo clásico reformista y otra consecuente con la lucha armada. La disolución del partido se termina concretando en medio de acusaciones cruzadas de traición entre miembros históricos del Partido. Parafraseando a Huidobro y a De Santis la disolución del PRT fue el “golpe en la nuca” de la Junta de Coordinación Revolucionaria.


Se puede comprobar en definitiva que la disolución del Partido Revolucionario de los Trabajadores de la Argentina terminó arrastrando a los restos de la Junta de Coordinación Revolucionaria. Sin el apoyo del MIR chileno y con el poco margen de acción del MLNT y el PRT-B sumado a la fuerte reacción contrarrevolucionaria, que termina por desmontar todas las organizaciones abocadas a la revolución, es el PRT la organización responsable de continuar con las relaciones en el seno de la Junta.


Otro de los factores que ponen al PRT en el centro de la JCR es la ausencia de una organicidad programática estable con algún grado de independencia de los partidos que la conforman para poder gestionar las políticas revolucionarias a llevar a cabo. Muy por el contrario, el aparato político de la Junta se acopla al armado del PRT en la Argentina y desde allí se gestionan las políticas de conjunto. Esto produjo una inestable unidad a escala internacional que pudiera llevar a cabo acciones que tendieran a cumplir los objetivos planteados.


Por otro lado, si bien todos los partidos que se unieron a la Junta tenían voz y voto propio dentro de ella, la clara influencia del PRT en el seno de los demás partidos terminaría condicionando las decisiones de la JCR, como lo demuestran el caso boliviano y oriental. El único partido que se mantuvo ligeramente independiente del partido argentino fue el MIR aunque no contaba con la suficiente fuerza para llevar adelante la lucha en su territorio y el armado internacionalista.


La idea de la creación de la Junta de Coordinación Revolucionaria fue muy importante para poder intercambiar diferentes experiencias en la lucha contra los estados burgueses. Su prematura caída ante la denominada Operación Cóndor en el continente y las dificultades de organización en el exilio, le negó la posibilidad de desarrollar un tipo de acción más prolongada en el tiempo que llevara a consolidar la situación revolucionaria y el cumplimiento máximo de sus objetivos.

Pablo Javier Coronel.

Bibliografía General

  • Libros:

  • De Santis, Daniel. “Entre Tupas y Perros”. Ediciones Ryr. Segunda edición. Buenos Aires, Argentina 2009.

  • De Santis, D. “Historia del PRT-ERP contada por sus protagonistas”. Ed. A Formar Filas, Editora Guevarista Buenos Aires, Argentina 2011.

  • Revistas:

  • "Che Guevara", Nº 1. Revista de la Junta de Coordinación Revolucionaria (Noviembre de 1974),

  • "Che Guevara", Nº 2. Revista de la Junta de Coordinación Revolucionaria (Febrero de 1975),

  • "Che Guevara", Nº 3. Revista de la Junta de Coordinación Revolucionaria (Octubre-Diciembre de 1977)

  • Artículos:

  • Aldo Marchesi. “Geografías de la protesta armada: nueva izquierda y latinoamericanismo en el cono sur. El ejemplo de la Junta de Coordinación Revolucionaria (1972-1977)”. Presentación para la II Jornada Académica “Partidos Armados en la Argentina de los Setenta. Revisiones, interrogantes y problemas”, CEHP, UNSAM, Buenos Aires, Argentina. 25 de abril de 2008.

  • Garzón, Aníbal. “La Junta de coordinación Revolucionaria y la Operación Cóndor: Dialéctica de la cooperación Cono sur”. En http://www.cedema.org/ año 2007.

  • Igor Goicovic Donoso “El internacionalismo proletario en el Cono Sur. La Junta Coordinadora Revolucionaria, un proyecto inconcluso”. Ponencia presentada en las II Jornadas de Historia Política de Chile, Departamento de Historia, Universidad de Santiago de Chile. Santiago de Chile, 9 y 10 de noviembre de 2005.

  • Slatman, Melisa. “Para un balance necesario: la relación entre la emergencia de la Junta de Coordinación Revolucionaria y el Operativo Cóndor. Cono Sur, 1974-1978” en http://www.cedema.org/ año 2011.

  • Documentos:

  • Comunicado del “Comité Central Antonio del Carmen Fernández”(PRT) Argentina 1/9/1974 tomado de http://www.cedema.org/

  • Comunicado “¡Ha muerto un revolucionario viva la revolución!” (PRT) Argentina 7/10/1974 tomado de http://www.cedema.org/

  • Comunicado “A los pueblos de América Latina” (PRT) Argentina 1/11/1974 tomado de De Santis, D. “Historia del PRT-ERP contada por sus protagonistas”. Ed. A Formar Filas, Editora Guevarista Buenos Aires, Argentina 2011.

  • Comunicado “Junta de Coordinación Revolucionaria: Orígenes y Perspectivas” (PRT) Argentina 1/2/1975 tomado de De Santis, D. “Historia del PRT-ERP contada por sus protagonistas”. Ed. A Formar Filas, Editora Guevarista Buenos Aires, Argentina 2011.

Citas:

[1] Junta de Coordinación Revolucionaria. “A los Pueblos de América Latina”. Comunicado 1/11/1974. Pág. 1

[2] Ibídem.

[3] Pereyra, D. (1994): Del Moncada a Chiapas. Historia de la lucha armada en América Latina. Ed.: Catarata. Madrid EN GARZON, ANIBAL. “La Junta de coordinación Revolucionaria y la Operación Cóndor: Dialéctica de la cooperación Cono sur” pág. 9

[4] Junta de Coordinación Revolucionaria. Óp. cit

[5] Junta de Coordinación Revolucionaria. Óp. Cit. Pág. 7

[6] De Santis, D. “Historia del PRT-ERP contada por sus protagonistas”. Ed. A Formar Filas, Editora Guevarista Buenos Aires, Argentina 2011. Pág. 406

[7] "Che Guevara", Nº 2. Revista de la Junta de Coordinación Revolucionaria (Febrero de 1975), pp. 3-4.

[8] Ibídem.

[9] "Che Guevara", Nº 3. Revista de la Junta de Coordinación Revolucionaria (Octubre-Diciembre de 1977), pág. 22

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