¿Quién es Ricardo Klement?
“Adolf Eichmann fue el cerebro de la Solución Final.” Esta es la frase que se lee en todos los textos que hablan sobre este personaje. Para quienes no sepan quién fue y en qué consistió la Solución Final voy a usar las palabras de Dieter Wisliceny, un militar nazi, durante su interrogatorio en los Juicios de Nuremberg para explicarles:
3 de enero de 1946
Bratislava – Checoslovaquia
Juicios de Nuremberg
- ¿Preguntó Usted algo sobre qué significaban las palabras “solución final” utilizadas en la orden?
- Wisliceny: Eichmann procedió a explicarme el significado del concepto. Dijo que se ocultaba la destrucción biológica planificada de la raza judía en los Territorios Orientales bajo el concepto y el término de Solución Final. […] Eichmann me dijo que se le encargó a él personalmente la ejecución de esta orden.
- ¿Recibió usted alguna información del total de judíos asesinados en este programa?
- W: Eichmann hablaba siempre personalmente de al menos 4 millones de judíos. A veces incluso mencionó la cifra de 5 millones.
- Dijo algo en aquel momento del número de judíos que habían sido asesinados?
- W: Sí, lo dijo de una forma especialmente cínica. Dijo que “saltaría de alegría dentro de su tumba, porque la sensación de que tenía 5 millones de personas en su conciencia sería para él una fuente de satisfacción extraordinaria”
Este era Adolf Eichmann según las palabras de un militar de las SS que trabajó bajo sus órdenes y que finalizada la guerra fue capturado y juzgado en los Juicios de Nuremberg.
¿Qué hacía Eichmann mientras Wisliceny testificaba sobre su participación en el Holocausto? HUÍA.
Obviamente Eichmann bien sabía lo que le esperaba si llegaba a ser capturado por las tropas aliadas cuando terminó la Segunda Guerra Mundial. Los ejércitos americano y soviético habían ido liberando los territorios ocupados por los alemanes y apresando a los soldados nazi en su camino. Antes de que esto le sucediera, Eichmann destruyó sus fotografías y todos los documentos incriminatorios y huyó. Sin embargo en un primer momento fue apresado por tropas americanas, pero utilizando un nombre falso y con ayuda de otros alemanes escapó. Vivió refugiado en Austria durante un tiempo, luego fue a Italia donde gracias al Vaticano consiguió una identidad falsa y con la ayuda de una agrupación de ex nazis en Argentina se embarcó en el “Giovanna C” el 14 de julio de 1950. Llegó a Buenos Aires en agosto e inmediatamente consiguió trabajo en una fábrica alemana llamada CAPRI que lo trasladó a Tucumán. La policía de esa provincia lo proveyó de un documento con el nombre de Riccardo Klement, y así se convirtió en un supuesto italiano con orígenes alemanes. Tiempo después la empresa CAPRI se desmanteló y Eichmann o Klement volvió a Buenos Aires donde vivió hasta 1960.
¿Qué pasó durante todo este tiempo?
Como dije, terminó la Guerra e inició al juzgamiento a los criminales de guerra nazi en los conocidos Juicios de Nuremberg. Una corte militar internacional conformada por las naciones vencedoras juzgó a los altos mandos del partido nazi entre ellos: Donitz, Hess, Goering, Rosenberg, Von Ribbentrop y Franz Von Papen. Notarán que faltan aquí algunos nombres lamentablemente famosos como el de Adolf Hitler, Joseph Goebbles o Heinrich Himmler que cobardemente se habían quitado la vida cuando Alemania se acercaba a su derrota total.
Durante los Juicios los testigos fueron destramando los más atroces secretos detrás de la guerra y así se supo de la Solución Final. El mundo se enteró de que la Alemania nazi había planificado la destrucción física y total de todos los judíos de Europa y no sólo eso sino que la había puesto en marcha creando una monstruosa maquinaria de la muerte totalmente organizada que incluía guetos, traslados en tren, cámaras de gas y crematorios. Se supo que 6 millones de judíos habían perdido la vida durante la guerra. Y se conocieron también los nombres de aquellos hombres que habían organizado o participado de esta matanza. Entre ellos, además de los que ya mencioné, estaban Martin Bormann, el médico Josef Mengele y Adolf Eichmann.
Pero estos no estaban muertos, estaban prófugos, pero ¿dónde?
En 1948 se creó el Estado de Israel y con él la Mossad, la Agencia de Inteligencia Internacional Israelita, que puso manos a la obra para capturar a los nazis que habían huido. En la lista estaba obviamente Adolf Eichmann.
El primer problema para localizarlo era conseguir una foto suya. Es importante que nos ubiquemos en espacio y tiempo, en los que no había redes sociales, ni cámaras digitales, ni Internet, por tanto, para conocer la imagen de un individuo se necesitaba una foto, en formato papel, sí, ¡papel! Por más básico que nos parezca hoy, la investigación no podía iniciar si no se conocía la cara de la persona que se buscaba.
Con el tiempo lograron ubicar a una ex amante de Eichmann y uno de los investigadores la contactó haciéndose pasar por amigo del ex nazi y tiempo después aquel relató que un día la mujer le mostró una foto de Eichmann y le dijo: “Este es mi Adolf”. El investigador no dudó en quitar la foto y llevársela. Así la investigación pudo seguir su curso.
Tiempo después llegó a las oficinas de la Mossad una carta que decía “He visto a ese miserable, Adolf Eichmann. Vive en las cercanías de Buenos Aires […]” y así, como habían hecho en otras oportunidades, decidieron seguir la pista y confirmar si era confiable.
¿Cómo había llegado esa carta? ¿Era posible que hubieran reconocido a Eichmann? Por ese entonces ya no quedaba rastro del miembro de la SS sino que era un simple obrero de la Mercedes Benz que vivía en un barrio muy humilde del Partido de San Fernando en Buenos Aires. “Riccardo Klement” vivía con su mujer, Verónica Lliebl y sus cuatro hijos que habían venido desde Austria en 1950 (Nota: el hijo más pequeño nació en Buenos Aires). Sin embargo, utilizando un viejo dicho, las mentiras tienen patas cortas.
Lothar Hermann era un judío alemán ciego que había sobrevivido a uno de los campos de exterminio y vivía en Buenos Aires. Su hija salía con un muchacho llamado Nicholas, de apellido Eichmann, que vivía con su “tío”, Riccardo Klement. ¿Leen algo sospechoso?
Aparentemente Nicholas tenía los mismos ideales genocidas que su padre y no evitó mencionar a su amiga que los nazis tendrían que haber terminado lo que habían iniciado con los judíos. Hermann ató cabos entre el comentario y el apellido que le sonaba por demás conocido y se comunicó directamente con Israel.
Las investigaciones llevaron a los miembros de la Mossad a una casa sobre la calle Garibaldi en la Provincia de Buenos Aires que estaba a nombre de una tal Verónica Lliebl de Fichmann. Obviamente ese era el nombre de la mujer de Eichmann y si a la F de Fichmann le agregamos el palito de abajo (cito palabras textuales de uno de los investigadores) se convierte en nada más y nada menos que en Eichmann. La casa fue vigilada durante días desde una camioneta y finalmente lograron visualizar a la mujer, a los cuatro hijos y a un hombre que coincidía con la descripción de Eichmann (hago hincapié en que los medios de comunicación eran otros y no podían chequear en el celular la última foto del criminal en la web). Ese día un mensaje en clave llegó a las oficinas centrales de la Mossad: “El conductor es rojo”: habían hallado a Adolf Eichmann.
Lo habían encontrado. ¿Y ahora? La idea era llevarlo a Israel para juzgarlo según la “Ley de Castigo a los nazis y sus colaboradores” dictada en 1950 por el Parlamento Israelí. Sin embargo había un problema no menor, Eichmann había sido hallado en otro país y, en estos casos, es necesario pedir la extradición. Pero la Mossad no estaba dispuesta a esperar, no iban a perder más tiempo. El Primer Ministro israelí, Ben Gurion, necesitaba que le dieran una razón para realizar la captura clandestinamente. Al rescate llegó el consejero del gobierno, Haim Cohn, que dijo: “La naturaleza sin precedentes del crimen hace que el procedimiento legal internacional sea prácticamente imposible. Hay que llevar a Eichmann por la fuerza a Israel para que sea juzgado”. El justificativo era legalmente endeble pero de este se valieron para llevar a cabo su captura. Como los crímenes perpetrados por Eichmann no tenían precedente alguno en la historia, decía Cohen, entonces Israel no se manejaría con las normas internacionales, por el contrario actuaría por motus propio.
Se realizó entonces un despliegue de espionaje organizado hasta el último detalle.
El 11 de mayo de 1960, Riccardo Klement o Adolf Eichmann volvía como todos los días a su casa cerca de las 20 horas. Se bajó del colectivo 203, caminó una cuadra y un hombre se le acercó y le dijo en un español dudoso: “Un momentito señor”. Segundos después se hallaba amordazado y cubierto por una manta en el asiento trasero de un auto. Se lo escuchó decir en alemán: “Ya me he resignado a mi suerte”. Estuvo escondido durante unos días en una casa y luego fue trasladado clandestinamente a Israel.
El 23 de mayo de 1960 Ben Gurion anunciaba al mundo su captura, con lo que iniciaron obviamente las disputas diplomáticas con Argentina por su secuestro.
El 11 de abril de 1961 inició el juicio. Era el primer nazi juzgado por judíos en territorio israelí.
Los alegatos de la defensa fueron: 1) Que los jueces israelíes no eran imparciales sino que se guiaban por el prejuicio; 2) Que el juicio era ilegítimo porque Eichmann había sido secuestrado y llevado a Israel en contra de su voluntad; 3) Que la ley bajo la que se lo juzgaba era inaplicable porque era posterior al Holocausto; 4) Que el juicio no debía realizarse en Israel porque los crímenes habían sucedido en otro país; 5) Que Eichmann no había actuado por propia voluntad sino que siguiendo órdenes.
TODOS LOS ALEGATOS FUERON RECHAZADOS POR LOS JUECES
Entre las cosas que declaró Eichmann, dijo: “No perseguí a los judíos con avidez ni con placer. Fue el gobierno quien lo hizo. La persecución […] sólo podía decidirla un gobierno, pero en ningún caso yo. Acuso a los gobernantes de haber abusado de mi obediencia”
Si bien en Israel no existía la pena de muerte, estaba la excepción para los criminales nazis. El 31 de mayo de 1962 Adolf Eichmann fue ahorcado. Sus últimas palabras fueron: “Larga vida a Alemania, larga vida a Austria, larga vida a Argentina. Estos son los países con los que me identifico y nunca los voy a olvidar. Tuve que obedecer las reglas de la guerra y las de mi bandera. Estoy listo.”
Su cuerpo fue incinerado y sobrevivientes del Holocausto tiraron sus cenizas al mar fuera de las aguas territoriales israelitas para que no se pudiera jamás erigir algún tipo de monumento conmemorativo en su honor.
Lic. Diana Fubini
Bibliografía
Zylberman Abraham, Adolf Eichmann. Él vivió entre nosotros, Buenos Aires, Museo del Holocausto, 2011
El “proceso Eichmann” en Revista Nuestra Memoria, Lic. Sima Milmaine [dir], Buenos Aires, Museo del Holocausto, Año XVI, Nº33, Abril 2010, Pag. 99-116
Capture and trial of Adolf Eichmann en <http://www.youtube.com/watch?v=q9FhyJCLKCQ>
“El Caso Eichmann” en Revista Todo es Historia, Félix Luna [dir], Buenos Aires, Nº 116, Enero de 1977, Pag. 6-20