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Lisandro Rappetti.

Campesinos sublevados: la revolución mexicana de 1910 y boliviana de 1952.

Antes de comenzar es conveniente aclarar que nos referiremos en la comparación que nos toca al proceso revolucionario mexicano y el rol del campesinado contra el “Porfiriato”, la revolución de 1910 y, en cuanto a Bolivia, trataremos la revolución que se inicia en 1852 y tras un largo proceso culmina en 1964.


En México el gobierno de Porfirio Díaz se ubica entre los años 1876 - 1910, no es el caso de este escrito estudiar el desarrollo económico mexicano, pero creo es pertinente aclarar que la iniciación de la modernidad capitalista en México, los gérmenes de la industria moderna, la creación de la indispensable infraestructura y el crecimiento del producto nacional de 20 a 100 millones de pesos, como también – lo que es aún más importante - el logro del equilibrio presupuestario es logrado bajo la gestión de Porfirio Diaz, la pregunta fundamental sería… ¿A qué costo? Y con esto se abren una serie de interrogantes pero creo que el principal es este… ¿Cuáles fueron las causas del proceso revolucionario?


Indudablemente la principal fue la profunda desigualdad social que existía en México, la elite dominante se caracterizaba por ser lapidaria y poco tolerante a la inclusión social de amplios sectores de la sociedad mexicana, esto llevaba a un creciente enriquecimiento y una pauperización de las masas cada vez más creciente. Por otra parte las contradicciones entre el grado de desarrollo económico alcanzado por algunas ramas de la industria y la atrasada agricultura feudal era un factor de desequilibrio fundamental que resultó ser una bomba de tiempo. Esto era consecuente con el hecho de encontrarse más de 10 millones de campesinos sin tierra y, con el consiguiente traslado de recursos, se da el proceso de crecimiento de una burguesía mexicana relativamente numerosa, la cual veía en el sistema imperante de gobierno un estorbo para el progreso ulterior[1]. Con el decaimiento político de Díaz y la proclamación del plan de San Luis Potosí, fue esta la señal para que comenzaran manifestaciones armadas[2]. Antes de su caída Díaz procuró sin éxito emprender un contraataque, más los triunfos de los insurrectos le obligaron a abandonar el país. El prácticamente incruento y exitoso golpe produjo entre el campesinado un estado general de espera de una radical reforma agraria. El timón del gobierno lo empuñó el grupo de políticos burgueses conservadores. Presidente provisional fue nombrado Francisco de la Barra, ex-representante de México en Washington.


La cuestión de la reforma agraria fue relegada a un plano muy secundario, lo que se verá traerá consecuencias, pues el gobierno concentró sus energías en torno a la pacificación del país. Algunos de los jefes campesinos de unidades sublevadas se opusieron a la decisión de Carranza (Ministro de gobierno en aquel entonces). Cuestión aparte es el hecho de que las fuerzas contrarias a Díaz, o sea también las unidades campesinas, eran en ese tiempo muy contadas. Sólo más tarde fueron creciendo, convirtiéndose con el tiempo en verdaderos ejércitos. La mayor parte del campesinado o una considerable parte de él, especialmente en regiones difícilmente accesibles (es decir, sobre todo los indios) o bien no sabían que en el país ocurría algo nuevo, o bien mantenían hacia el golpe de Madero una actitud de indiferencia o hasta cierto punto de fatalismo.


Al frente del movimiento campesino en México meridional se colocó como líder popular, Emiliano Zapata. Es conocido que en la etapa inicial de su actuación como líderes revolucionarios, ni Pancho Villa ni Emiliano Zapata presentaron programas políticos precisos, más bien eran ambiguos y, sus concepciones surgían con relativa lentitud, casi gradualmente a medida que progresaba la revolución.


Mas desde el comienzo se diferenciaban fundamentalmente en la comprensión tanto de la necesidad de la existencia de fuerzas armadas organizadas del campesinado, como en los métodos y puesta en práctica de derechos para la posesión de tierras. Zapata, oriundo del sur, donde las tradiciones de la comunidad estaban profundamente arraigadas, se pronunciaba por el retorno al tipo específico de comunidad que era el ejido[3]. Villa, en cambio, quien conoció en el norte una economía sobre todo ganadera y formas de propiedad altamente individualizadas, se pronunciaba por la parcela individual campesina. Es decir que las condiciones de vida de ambos líderes, sus instancias de reproducción material, determinaron también el tipo de plan que ambos encarnaron. Finalmente el líder que llevó sus planteos revolucionarios mas consecuentemente y con ello la “cuestión” del reparto de la tierra, sin duda fue Emiliano Zapata. Aunque finalmente derrotado y con sus pretensiones a medio camino, quedó como baluarte de la resistencia campesina a la expansión de la burguesía mexicana. No podía ser de otra manera, siendo México un país donde el 90% de su población para 1895 era campesina.


La revolución que encabezó Zapata propuso duras condiciones de negociación que resultaron prácticamente inaceptables para Carranza. Exigió concretamente no sólo la confirmación del Plan de Ayala[4], sino también el reconocimiento de su supremacía sobre todo el movimiento campesino del norte, inclusive por delante de las reivindicaciones más extremas de Pancho Villa. Los motivos que hacían tan extremas las reivindicaciones son diversos, pero no cabe duda alguna que Zapata era preso de la dinámica impresa por el movimiento, a cada reclamo generalizado se le suponía un reclamo concreto. Quizá partiendo de un nivel tan alto en sus proclamas, Zapata podía esperar que la cuestión de la superioridad númerica del campesinado sería un elemento de regateo que permitiría mantener los principios de Ayala inalterables, o bien modificados en ínfimo grado. Lo cierto es que a pesar de su derrota, el movimiento campesino en México tuvo un carácter profundamente revolucionario. Al principio signado por su carácter reformista, pero más adelante supo mutar hacia posiciones más extremas. Quizá la falta de una dirección organizada o de una estructura partidaria que, sumada al carácter de clase del propio campesinado que anhelaba la propiedad de la tierra y, le signaba en cuanto a objetivos más ambiciosos sin el consiguiente programa, restringió sus posibilidades y la demarcación de su lucha.


En cuanto al campesinado boliviano podríamos decir que tuvo un desempeño dispar. Primero analicemos la composición de la población boliviana. Según el censo de 1952, el 72% del país se dedicaba a la agricultura e industrias dependientes. No obstante esa fuerza de trabajo solo suponía el 33% del PBI nacional, es decir que nos encontrábamos ante una agricultura atrasada, con retazos feudales y que en el mejor de los casos era extensiva[5].


La situación era de lo más injusta, 6% de los hacendados disponían del 92% de la tierra cultivada y, aparte de esto, la tierra estaba sub cultivada con el 1,5 % de su extensión total. El sistema era injusto y brutal, constituía el claro ejemplo de sistema latifundista en América latina. Los latifundistas al ser prácticamente amos y señores de la tierra la ofrecían a cambio de prestaciones, sin estar exentos los indios de tener que usar sus propias herramientas, utensillos y no decir animales en el trabajo.


Así todo, el campesinado boliviano se va a transformar en la base del MNR[6] (Movimiento nacional revolucionario), ante la situación extrema de pauperización del campesinado boliviano (de composición indígena y sin habla castellana) que estaba controlado por una elite blanca, lo cual era más que evidente que basaba su dominación en la violencia más que en el consenso.


Así las cosas y lanzado el proceso revolucionario que llevaría al gobierno de Hernán Siles Zuazo y Juan Lechín Oquendo a la espera de Paz Estensoro, el MNR en tres días de combates muy crueles contra el ejército acabó desintegrando a este último con la consecuente toma del poder. Sin embargo el MNR no hizo una transformación radical de la situación, aunque si implementó significativas mejoras, como emancipar políticamente a las masas campesinas indias, reducir a un ejército que era bastión de los barones del cobre a una mínima expresión, con el consiguiente apoyo a los mineros y, la posterior expropiación de las minas del preciado mineral que hasta nuestros días es uno de los principales productos de exportación del país.

Pero esto no iba a ser tan linealmente correcto desde el punto de vista político, el MNR empieza a tener fuertísimas presiones de EEUU, que se veía inquieto por a su vez presiones que efectuaban los paramilitares y sobre todo los mineros bolivianos, a los cuales el gobierno a su entender otorgaba demasiadas concesiones. La COB (Confederación obrera boliviana) pretendía que las expropiaciones mineras fuesen sin indemnizaciones, liquidación del ejército y la abolición del gobierno latifundista. En este contexto político ocurren un conjunto de medidas que afectan directamente al campesinado. La primera de ellas es que en 1953 se produce el derrumbe del sistema que estaba protegido por la sociedad rural, proceso que había empezado en 1952. En enero de 1953 se crea una comisión de reforma agraria y el 3 de agosto de ese año se promulga el decreto radical de la reforma que implicaba una indemnización a los terratenientes a pagar a 25 años. Asimismo se produce una abolición de la hacienda conllevando el surgimiento de una nueva clase de propietarios campesinos comunarios[7].


¿Qué consecuencias trajo todo esta serie de reformas? Que los indios se fueron transformando lentamente en una fuerza política conservadora, que empezó a tener una actitud más hostil hacia sus antiguos colegas obreros urbanos. Entonces durante dos décadas solamente o casi exclusivamente se preocuparon por obtener mejoras a lo que ya habían conquistado, como centros de salud, mayor cantidad de escuelas, etc. El campesinado se volvió entonces una fuerza totalmente nueva y conservadora que el genio de Paz Estensoro supo aprovechar, y creo una base de poder totalmente nueva con su partido del campesinado. El resultado fue que se convirtió en un bastión del conservadurismo en Bolivia durante más de 30 años.


Así podemos concluir que no obstante de las pretensiones o reivindicaciones que se postulen, no son estas las que determinaron el futuro de ambos campesinados, sino la dinámica política de ambos procesos políticos.

Lisandro Rappetti.

[1] Referido al determinismo marxista. Cuando una clase social que se encuentra detentado el poder empieza a ser un estorbo para el desarrollo de las fuerzas productivas, es siempre factor de inestabilidad social y por consiguiente, abre las puertas a un proceso revolucionario.

[2] Mires Fernando: La rebelión permanente. 1988. Ed. Siglo XXI.

[3] Ejido: Asentamientos en la zona del Bajío, lugar de pertenencia de los “ejidos” de allí el nombre que se les daba a estas asociaciones de campesinos, las cuales fueron arrasadas por la expropiación masiva de tierras por parte de los latifundistas mexicanos.

[4] Plan de Ayala: El plan fue redactado principalmente por Emiliano Zapata y Otilio Montaño, y fechado el 28 de noviembre de 1911 en Ayala, Morelos, aunque para esa fecha, estos personajes se encontraban perseguidos en la comunidad de Ayoxuxtla, en Puebla. El plan tuvo dos planteamientos centrales: desconocer a Madero como jefe de la Revolución y presidente de la República, nombrando en su lugar a Pascual Orozco, y de no aceptar éste, el nombramiento del propio Zapata; y además, la restitución de las tierras que habían sido usurpadas a los pueblos durante el Porfiriato, mismas que tenían que ser devueltas a sus dueños originales, si era necesario, a través de las armas.

[5] Ansaldi Waldo – Funes Patricia (Klein Herbet: Columbia University.). 2001.

[6] MNR: (Movimiento Nacional Revolucionario) es un partido político boliviano fundado el 7/06/1942 por Víctor Paz Estenssoro entre otros. Se gestó después de la guerra del Chaco (Bolivia vs Paraguay). Al finalizar la guerra, con el consiguiente agotamiento militar y críticas a la clase gobernante, la oligarquía de los barones del estaño y terrateniente, surge una serie de movimientos nacionalistas para acabar con dicha situación. Además en dicho periodo se vivió una serie de gobiernos de corta duración (1935-1952) de diversas iniciativas y muy contradictorios. El MNR forjó una alianza entre la clase media y sectores obreros y elabora un plan nacionalista que desencadenase en la toma del poder, ya sea por medios democráticos o a través de una revolución burguesa, para acabar con el sistema político y modo de producción imperante.

[7] Ansaldi Waldo – Funes Patricia (Klein Herbet: Columbia University.). 2001.

Bibliografía Utilizada:

-Ansaldi Waldo – Funes Patricia (Klein Herbet: Columbia University.). 2001.

-Cardoso Fernando: Nacionalismo y Populismo. Ed. Varias

-Donghi Halperin: Historia contemporánea de latino América. 1967. Ed. Alianza.

-Marx Carl: Teoría económica. Ed. Varias.

-Mires Fernando: La rebelión permanente. 1988. Ed. Siglo XXI.

-Petrone; Mackinnon: Los complejos de la cenicienta. 1999.

-Skidmore, Thomas: Brasil; De Getulio a Castelo. Rio de Janeiro: Paz e Terra, 1976.

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